martes, 6 de octubre de 2015

¡40 AÑOS DE LA VICTORIA DE KAMPUCHEA DEMOCRÁTICA! Un documento del camarada Abel Kelen (parte III)

 

La revolución camboyana es así; una lucha de liberación en el curso de la cual las masas comienzan a edificar el nuevo poder revolucionario basado en relaciones de producción socialistas para mejorar sus condiciones de vida. Los comentaristas burgueses, en realidad pseudoexpertos como solo la burguesía puede producir, se divierten difundiendo la calumnia de que los «jemeres rojos» eran malos combatientes que sólo tuvieron que hacer frente a combatientes peores aún que ellos. No nos engañemos, eso no tiene nada que ver con la realidad sino más bien con el odio de los lacayos del imperialismo ante la ineficacia de las potentes armas de sus amos frente al pueblo en lucha, mucho menos equipado pero llevando a cabo una guerra justa. Los periodistas chinos que cubrían el frente de Phnom Penh antes de la toma del poder por los «jemeres rojos» nos han ofrecido, por su parte, un divertido testimonio:

«Lo más interesante es que utilizan carcasas de aviones y de carros de combate para producir cazuelas. Una fábrica de herramientas en el este del país produce así entre 1.500 y 1.800 cazuelas de aluminio al mes, lo que es largamente suficiente para cubrir las necesidades de la población local. El resto es enviado al frente. Al llegar a las regiones liberadas, un amigo camboyano nos dijo: «Ahora, los aviones enemigos ya no dan miedo a la gente. Cuando ven los aviones, dicen que se les envía acero». Cuando los aviones sobrevuelan los campos, los campesinos ríen mientras dicen: «Podéis bombardearnos siempre que queráis. Un día os convertiréis en cazuelas». ¡Comprobad hasta qué punto esas palabras hacen notar la indiferencia y la ironía de un pueblo revolucionario ante los imperialistas que tanto se regocijan de la potencia de sus modernas armas!». (10)

¡Malos combatientes que transforman los aviones en cazuelas! En cuanto a las amenazas de Kissinger de borrar el país del mapa en 72 horas si las fuerzas de liberación no se desarman, ello no demuestra otra cosa que la naturaleza de perrito faldero de este verdugo de los pueblos. (11) Seguros de la victoria del pueblo en armas, el cual lleva a cabo una lucha sin concesiones, las FAPLNK (Fuerzas Armadas Populares de Liberación Nacional de Kampuchea) rodean Phnom Penh, bastión de Lon Nol, que sobrevive únicamente gracias a la ayuda del imperialismo americano. Pero, en el mes de abril de 1975, Lon Nol debe resignarse. Las bendiciones de los monjes, los amuletos mágicos, toda la superstición budista en la que tanto confiaba no impedirán su derrota. Aprenderá de primera mano que el pueblo es el único que hace la historia y no los dioses y los espíritus. (12) EE.UU., por su parte, deja de ayudar a las tropas reaccionarias de la «República Jemer». Acuciados por la suerte que el pueblo les reserva, los traidores van desfilando. El mariscal Lon Nol encontrará refugio en Estados Unidos y el general Sosthène Fernandez se verá obligado a pedir asilo político en Francia. El 17 de abril de 1975 los revolucionarios liberan Phnom Penh sin combatir a excepción de unos breves intercambios de disparos.

Para las masas la alegría es grande, lo que constituye un hecho importante de subrayar, a pesar de que quieran prohibirnos hoy decir que Phnom Penh fue «liberado». Por el contrario, entre los representantes del imperialismo que vivían en el interior de la ciudad, es el pánico. En la embajada de Francia, el matrimonio Steinbach es tratado de colaboracionista. Los burgueses franceses de Phnom Penh que ven «el fin de la civilización» en Camboya, califican a los revolucionarios de «nazis». (13) Los revolucionarios, por su parte, darán cuenta de varios traidores como, por ejemplo, de Sirik Matak, ejecutado tras su captura. La victoria del FUNK está asegurada pero las dificultades no han concluido. Por culpa de los bombardeos mortíferos de los americanos, en la ciudad de Phnom Penh se han hacinado millones de refugiados venidos del campo. ¡De 600.000 habitantes antes de 1970, la población ha pasado a 3.000.000 de habitantes! El PCK había previsto mucho antes de la liberación de la ciudad que el aprovisionamiento de la población de Phnom Penh, totalmente dependiente de los lanzamientos de alimentos en paracaídas organizados por EE.UU., supondría un serio problema. Ello le lleva a tomar una decisión histórica, calificada por todas las burguesías del mundo y sus agentes como uno de los peores horrores del siglo pasado: la evacuación total de la ciudad. Sobre este acontecimiento, los reaccionarios al servicio del imperialismo rivalizan en fabulaciones y habladurías: locura de los «jemeres rojos», utopía agraria, barbarie gratuita, etc. Restablezcamos los hechos a la luz del materialismo histórico. Las declaraciones de los principales actores de esta decisión contribuirán a ello:

El 12 de agosto de 1975, Khieu Samphan, entonces viceprimer ministro y comandante en jefe de las FAPLNK, exponía así la situación al representante de la Agencia de Información de Kampuchea:

«Durante más de 5 años, el imperialismo americano y sus criados en el exterior del país, llevaron a cabo una guerra de destrucción sin precedentes, la más bárbara, la más cruel, contra la nación y el pueblo de Kampuchea. Nuestra economía estaba en gran parte destruida, las fábricas, arrozales, campos, vías de comunicación, escuelas, hospitales, viviendas, pagodas de las ciudades y de los campos, fueron en gran parte destruidos.

Nuestros compatriotas fueron apresados por la fuerza por millones y encerrados en campos de concentración en Phnom Penh y en las otras ciudades controladas provisionalmente por el enemigo. Las victimas no tenían alimentos, el cólera las diezmaba de forma irremediable, las familias eran dolorosamente separadas y esparcidas por todo el país. Inmediatamente después de la liberación, el GRUNK, el FUNK y todo el pueblo y el ejército popular se lanzan con determinación a resolver todos estos problemas, que no eran sino las secuelas de la más salvaje guerra de destrucción y de agresión del imperialismo americano y sus agentes. ¿Cómo resolver estos problemas?

Por una parte, los habitantes del campo habían aceptado todos los sacrificios para vencer en la guerra de agresión y de destrucción de los imperialistas americanos y sus lacayos y sufrieron durante largos años. Por otra parte, los habitantes de las ciudades, por millones, que acababan de ser liberados, sufrían de la hambruna por culpa del enemigo y estaban en un estado lamentable. Este problema era de una gravedad sin precedentes, nosotros debíamos solucionarlo sin perder un instante, ya que era una cuestión vital para nuestra nación y nuestro pueblo».

El 4 de septiembre, el viceprimer ministro del GRUNK, Ieng Sary, vuelve sobre este asunto en una entrevista concedida a Newsweek América Latina sobre las dos motivos principales de la evacuación de Phonm Penh:

«Había dos razones, y la primera de ellas era los víveres. Habíamos estimado que la población de Phnom Penh era de unos 2 millones de habitantes, pero nos habíamos encontrado con casi 3 millones cuando entramos en la ciudad. Hasta ese momento, los americanos habían suministrado cada mes entre 30.000 y 40.000 toneladas de alimentos a Phnom Penh. Nosotros carecíamos de medios para transportar a la capital esa misma cantidad de víveres. Al mismo tiempo, la población tuvo que buscar alimentos allí donde se encontraran, y nosotros debíamos alimentar a esa población preservando nuestra independencia y nuestra dignidad sin demandar ayuda a cualquier país».

La segunda razón:

«Habíamos descubierto un documento del enemigo que revelaba todos los detalles de un plan secreto político-militar de la CIA americana y del régimen de Lon Nol para provocar disturbios tras nuestra victoria. Ese plan comportaba tres puntos:

1. No seríamos capaces de resolver el problema de la falta de víveres para la población: el enemigo fomentaría incidentes entre la población provocados por sus agentes infiltrados entre la población.

2. Numerosos soldados de Lon Nol que se habían rendido, escondían en realidad sus armas con las que pretendían atacarnos una vez que hubiéramos tomado Phnom Pehn;

3. Habían previsto corromper a nuestros combatientes, debilitando su espíritu combativo con mujeres, alcohol y dinero».

Al adoptar la decisión de evacuar Phnom Penh, el PCK tomó una decisión política, quizás la más difícil pero también la más valiente y la más audaz que nunca se haya tomado. La movilización de las masas por la agricultura en las cooperativas agrícolas permitió escapar de la terrible hambruna que el gobierno de EE.UU. había previsto que ocurriría en el país. (14) La evacuación de la población de Phnom Penh permitió al mismo tiempo efectuar una jugada maestra: la de neutralizar ¡en menos de 24 horas! la contrarrevolución organizada en la ciudad. Pero, desprovistos de los medios adecuados, las consecuencias serán trágicas para muchos de los evacuados. La mayor parte de ellos eran pobres, en especial campesinos que habían huido de los campos bombardeados, pero también había mendigos y culíes que, sin embargo, vieron más adelante mejorar su nivel de vida en las cooperativas. Los obreros -y también muchos campesinos que engrosan las filas de la clase obrera- irán regresando progresivamente a la ciudad para reparar y construir nuevas fábricas. Otra parte de la población de Phnom Penh estaba constituida por una minoría ínfima que vivía en el lujo y que debía compartir muy a su pesar el trabajo del pueblo para la reconstrucción del país. Asegurada la victoria militar y resuelto el problema principal que se planteaba en Phnom Penh, la revolución se impone una prioridad esencial: Todo está por reconstruir.

Uno de los países más pobres del planeta, escasamente poblado, en buena parte diezmado por muchos años de guerra, va a lanzarse a una gigantesca batalla productiva de la que nunca se ha subrayado su alcance histórico. La tarea era dura, muy dura. Pero en esta ocasión, el pueblo trabaja para sí mismo, para edificar un país independiente y próspero. Una vez libres de terratenientes explotadores, de usureros culpables de la miseria de los campesinos, y libres de los capitalistas de la ciudad y de la burguesía burocrática y compradora al servicio de las compañías extranjeras, Camboya recupera sus riquezas y decide su propia vía, lo que no dejará de enfurecer a todos los imperialistas que tenían interés en el país, ya que a la victoria de la revolución en Camboya le sigue la liberación de Saigón por las tropas del FNL y la debacle total de los marines americanos. Es el fin de la guerra de Vietnam. La historia ha enseñado una vez más que poco importan los capitales invertidos en la guerra, la tecnología y las armas modernas del imperialismo americano: ¡la guerra del pueblo es invencible! Y la esperanza que las victorias de los pueblos de Asia suscitaron entre los otros pueblos del mundo en lucha fue grande. En las metrópolis imperialistas, a su vez, las fuerzas comunistas y populares celebran la victoria de las guerras revolucionarias del sudeste asiático.

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