viernes, 2 de junio de 2017

Socialismo burgués y socialismo proletario

(Este artículo, escrito hace 3 años, ha tenido como objetivo inicial confrontar las tesis neorevisionistas de Hans Dieterich Steffan, co-fundador germanovenezolano de la presentada nueva estrategia revolucionaria superadora de aquella del Socialismo Científico, la rimbombantemente llamada teoría del  “SOCIALISMO DEL SIGLO XXI”.

A la vez que, hemos buscado refutar, sobre la base de la crítica de la misma, la variante socialista nacional presentada en nuestro medio como artículo de debate en las páginas de DEBATE, órgano que fue de la camarilla revisionista dirigente del Partido del Pueblo. He decidido darle publicidad, ahora, con ligera modificaciones, dado que mantiene toda su actualidad. Habido el hecho, además, que desde diversas corrientes del pensamiento marxista-leninista se ha dado inicio a una multifacética campaña ideológica contra tal versión del revisionismo postmoderno).
Artículo Primero
El socialismo es Teoría y Pensamiento-guía de nuestro camino, nuestro Programa Fundamental, nuestra Línea Política General. ¿Cuál es éste camino? Que otro, sino aquel del Octubre ruso de 1917.
En otras palabras, quede establecido, el socialismo es el pasaje revolucionario del poder de la minoría de los explotadores a la mayoría de los explotados; el paso de la barbarie a la civilización; de la vieja sociedad basada en la propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre a una sociedad basada en la propiedad colectiva sobre los medios de producción. El socialismo es la clase obrera organizada como clase dominante; es el reino de la democracia, de la libertad y el bienestar para los trabajadores; la premisa material, política y cultural del comunismo. El socialismo barriendo drásticamente con el viejo modo de pensar, los viejos valores y las viejas concepciones generales del mundo, mandando al basurero de la historia a todas las viejas instituciones estatales, partidos burgueses y revisionistas; construyendo una nueva organización económica, social y política representa la sociedad más progresista, más justa y humana de la historia. El paso último de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas a la sociedad sin clases ni lucha de clases.
Fieles, por ende, a la opinión tradicional de que el socialismo implica la expropiación de los actuales propietarios y la abolición de la forma burguesa de apropiación de lo producido, plusvalía y salario, y su transferencia a la sociedad; lo que entraña como su elemento fundamental la instauración de la dictadura del proletariado luego del triunfo de la guerra civil proletaria, así como la continuidad de la lucha de clases hasta completar la construcción de la primera etapa del comunismo, es decir la edificación de la sociedad socialista.
Toda otra concepción del socialismo que no contenga tales elementos esenciales es una mistificación, un engaño dirigido a perpetuar la esclavitud asalariada de los trabajadores y la dictadura de la burguesía. Esto es cubrir el propio pasaje ya el socialreformismo burgués, ya al utopismo pequeño burgués de derecha o de “izquierda”.
Nosotros, en consecuencia, nos batimos por ese socialismo clásico, auténtico, ideado por Marx y Engels, conquistado y construido por Lenin, Stalin y Mao, cuya misión cumplida ha sido derrocar el semi-feudalismo, el capitalismo y el imperialismo.
Pese a la experiencia de la realización del socialismo como sistema social por bien sesenta años, Debate, órgano de los souzistas para obreros, invalidando eso escribe: “El socialismo es un proyecto antes de ser un concepto. Por esa razón es necesario abordar el contenido, como paso preliminar a la utilización de la palabra”. Y haciéndose el ingenuo pregunta provocadoramente: “¿Qué es el socialismo? ¿Se trata del stalinismo, del maoísmo, Pol Pot, de la socialdemocracia, de la tercera vía?”, y concluye, “Estamos en plena ambigüedad”.
Bajo el marbete colectivo “stalinismo” y “maoísmo”, más la malintencionada personificación (“Pol Pot”)de la aplicación concreta de su experiencia histórica en Kampuchea Democrática –proyecto destruido e internacionalmente difamado por los hegemonistas regionales vietnamitas, el socialimperialismo soviético y el imperialismo yanqui coligados- zurrarnos un ataque al Marxismo-Leninismo, hoy Maoísmo. A la vez, que una distorsionante visión y línea del socialismo marxista-leninista como sistema social una vez existente y cumplido a los ojos y mente de las masas explotadas, hacernos tragar aquella línea burguesa escenificada, teórica y políticamente, por la socialdemocracia, el eurocomunismo y más allá… por el fascismo.
Sorprendente resulta, después de una cacareada militancia “comunista” en Panamá de medio siglo, el señor Souza nos venga con eso de un vaciado dudismo. ¿”Ambigüedad?” Esto es, más bien, evitar pronunciarse francamente ante tan importante cuestión, escapar tras una frase huera y sin sentido. Una tal actitud recuérdame un cuento rememorado por J. V. Plejánov: “Llevaron a un joven a la cárcel. Le encerraron en una celda y le pusieron guardia ante la puerta. El joven no hacía más que sonreír; en un momento dado, el sonriente joven sacó del bolsillo una tiza y dibujó en la pared un bote; se montó en él y allá va. Cuentan que en el ancho mundo, por allí anda el joven sonriente”. Bueno, es un cuento y como todos los cuentos subjetivo.
Osemos asomarnos, aunque sea por un momento, en los vericuetos de la dialéctica subjetivista de Houdini-Souza. Dice, "el socialismo (un concepto) es un proyecto (un conjunto de conceptos) antes de ser un concepto”. Entiéndalo Javeh. Un definición del socialismo, como teoría y sistema social una vez existente en el mundo, tan amplia, pero tan amplísima, que dentro de ella cabría cualquier interpretación. Sería algo así como, en este saco de cangrejos caben tantos cangrejos como quieras meter… y aun muchas otras extravagancias más.
Pero, ¿qué opinión se puede tener de un escritor que embarazado por una interrogante que él mismo ha formulado, en vez de afrontarla toma la de villadiego? Una muy mala, seguramente. Este otrora espadachín del “socialismo real” y de la “comunidad socialista”de breshnevianas memoria, escupiendo sobre su no reciente pasado, hoy, además reafirma su renegamiento de todo ese largo período de la historia actual de la humanidad que va de la revolución y construcción de la sociedad socialista en la URSS (1917-1953), China popular (1949-1976) y de los demás países de democracia popular, y vaya a mal cubrirse con los harapos del “socialismo bolivarista y no-marxista” propugnado por el socialburgués Chávez. Presentando a ésta reedición de la “vía nacional al socialismo” como postmoderna alternativa al socialismo marxista-leninista, hoy maoísta.
Suplantar éste último con un dulzón “socialismo humanista”, de “todos y para todos”, subespecie ideológica de ese socialismo burgués ya en su momento estigmatizado por Carlos Marx con las palabras siguientes:
Una parte de la burguesía desea remediar los males sociales con el fin de consolidar la sociedad burguesa. A esta categoría pertenecen los economistas, los filántropos, los humanitaristas, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los organizadores de la beneficencia, los fundadores de sociedades de templanza, los protectores de animales, los reformadores domésticos de toda laya. Citemos como ejemplo La Filosofía de la Miseria de Proudhon.
“Los burgueses socialistas quieren perpetuar las condiciones de vida de la sociedad moderna, sin las luchas sociales y los peligros que surgen fatalmente en ella. Quieren la sociedad actual sin los elementos que la revolucionan y descomponen. Quieren la burguesía sin el proletariado… Cuando invita al proletariado a llevar a la práctica su sistema y a entrar en la nueva Jerusalén, no hace otra cosa, en el fondo, que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojándole de la idea odiosa que se ha formado de ella”.
“Intenta apartar a los obreros –prosigue Marx- de todo movimiento revolucionario, demostrándole que no es tal o cual cambio político el que podrá beneficiarles, sino solamente una transformación de las condiciones materiales de vida, de la relaciones económicas. Pero, por transformación de las condiciones materiales de vida, este socialismo no entiende de modo alguno, la abolición de las relaciones de producción burguesas (lo que no es posible más que por vía revolucionaria), sino únicamente reformas administrativas realizadas sobe la base de las mismas relaciones de producción burguesa, y que, por tanto, no afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo únicamente, … , para reducirle a la burguesía los gastos que requiere su dominio y para simplificarle la administración de su Estado”. (Marx y Engels, El Manifiesto del Partido Comunista. O. E., tomo 1, pp.55-56. Editorial progreso. Moscú).
Nuestro articulista al verse retratado en estas palabras de Marx, se indigna sobremanera y exige “depurar de todo misticismo ideológico” al movimiento obrero. ¿Por qué, pues, indignarse si se le llama renegado del marxismo-leninismo.
Desde cuando Marx rubricaba esa importantísima obra, 1848, y habiéndose dado las condiciones materiales para su realización, el Socialismo, superando a aquel utópico, devino una doctrina y una ideología bien clara y definida –y no más esa guabinosa formula acuñada por los reformistas, revisionistas y posmodernistas para gusto de la burguesía-, concebida para salvaguardar la naturaleza de clase de una sociedad socialista proletaria.
Por lo que el socialismo, desde Marx y Engels, a Lenin y Stalin, a Mao, resulta ser la única doctrina auténticamente revolucionaria, ideología y objetivo materializado que ha tenido cabal cumplimiento y que avanzará aun más con las futuras experiencias enmarcadas en éste socialismo proletario auténtico.
El socialismo es ciencia, no sueño utópico.
Pero, he aquí a su vez, atronando el mundo de las ideas socialista se haga presente en Panamá y en toda América Latina, una “nueva” teoría para la conquista del socialismo propulsada por el presidente de Venezuela Hugo Chávez, líder de la “revolución bolivariana”. Una revolución impulsada desde arriba, desde los engranaje del viejo Estado burgués, y presentada como una alternativa a la estrategia revolucionaria del proletariado y basada toda ella en el rechazo del “dogma marxista-leninista y de la concepción de la centralidad de la clase obrera” (Hugo Chávez, en aló presidentewww.youtube, “Chávez reniega el marxismo-leninismo”).De ahí, se trataría de un socialismo “originario, democrático, bolivariano y cristiano”. Todo otro que aquel socialismo proletario, científico, creado por Carlos Marx y Federico Engels y continuado y aplicado por Lenin, Stalin y Mao.
Idea que ha recogido Dieterich y elaborado en corposo volumen intitulado “El socialismo del siglo XXI”. Y que de seguido apuntaremos algunos rasgos medulares de la misma:
(a) Marx y Engels, dice Dieterich en un subcapítulo de su magna obra intitulado Imposibilidad histórica del proyecto, “No dejaron un programa concreto de una economía socialista, por la simple razón de que ni el conocimiento científico ni el avance de las fuerzas productivas lo permitieron”. (O. cit., pág. 36). Mucho irresponsable valor teórico se tiene que tener para sostener eso. Es echar en saco roto todos los apuntamientos guías hechos en el Manifiesto del Partido Comunista, La Crítica del Programa de Gotha y otros escritos de dichos autores; y sobre todo El Capital en la en el transcurso del diseccionamiento de la economía capitalista descubren y exponen las sus leyes internas y el cómo debe la clase obrera actuar para derrocarlo y construir el socialismo.
Es de destacar que, para base de su invalidación de Carlos Marx y lo fracazante de su “proyecto socialista”, él va recalar en eso de la inexistencia de un desarrollo científico comparable al de los paradigmas de la física o la biología.Generándose así un vacío teórico-científico, que sólo con el “socialismo del siglo XXI” será colmado. Paga, pues, tributo a la aseveración de la primordialidad del desarrollo técnico-científico respecto a las soluciones políticas -ruego al lector retenga esta idea que volveremos a encontrar en su forma acholada más adelante- a los entrabamientos básicos del sistema capitalista.

(b) “La salida estratégica al Neoliberalismo es, por supuesto, el socialismo, es decir una civilización postcapitalista, pero en estos momentos tú no tienes condiciones para hacer el socialismo, porque en primer lugar no tienes el proyecto histórico del nuevo socialismo divulgado masivamente, ... si no tienes la teoría divulgada entre la gente, si no tienes movimientos de masas ni vanguardias para implementarla, será una quimera hablar del socialismo como una alternativa al capitalismo neoliberal. La alternativa inmediata es el keynesianismo, el capitalismo desarrollista de Estado...se tienen que combinar los dos elementos, porque los campesinos, los desempleados quieren una respuesta inmediata y no puede ser el socialismo la respuesta inmediata. Se tienen que vincular los dos proyectos históricos: el keynesianismo y el Socialismo del Siglo XXI”. (Entrevista hecha a Dieterich por la de la Revista Mariátegui de Perú, agosto de 2009). Lea y relea, amable lector, ésta cita. Entonces, se le hará clara toda la mistificación que dicha doctrina “socialista” encierra. Primero que todo está eso de la “salida del neoliberalismo”, y no del capitalismo en su etapa imperialista y la obligante emancipación de la esclavitud asalariada, elementos claves de la doctrina marxista-leninista-maoísta.
De seguido, lo del Keynesianismo y el socialismo matrimoniados. ¿Pero qué es el Keynesianismo? Una dada política económica imperialista, nacida en período de Crisis general del Sistema Capitalista Mundial, la que ha tomado vuelo luego de los inicios de la II postguerra mundial y de la guerra fría. Respuesta reaccionaria al reto histórico y actual que le ha planteado a la clase burguesa el proletariado en lucha por llevar a la victoria a la revolución proletaria socialista. Conjuntar eso, sueño utópico de todo socialista pequeño burgués de siempre, se traduce poner todos los huevos en la canasta del retorno del capitalismo popular, de la sociedad de bienestar. Si ello es posible, ahora, entonces es de concluir que la revolución socialista y la violencia revolucionaria salen sobrando.
(c) "Si la propiedad del Estado fuese socialismo, ya con (el rey) Carlos V tendríamos socialismo en América Latina”. Nunca ni en ningún lugar los comunistas, aquellos de verdad y fieles discípulos de los Cinco Maestros, han equiparado propiedad estatal y socialismo. La estrechez del apunte viene al público, si recordamos el prólogo al Problema de la Vivienda de Engels. Dieterich “olvida”: (1) En el socialismo han existido básicamente la propiedad colectiva, en la formas de propiedad social del Estado y propiedad social de los productores; (2) Aquella social se expande sistemáticamente, mientras que la estatal se contrae en la medida del avance de la edificación del socialismo. La propiedad colectiva de los trabajadores se desarrolla hacia su desaparición en el paso al estadio superior de la sociedad comunista, mientras la privada-estatal es liquidada en el transcurso de la revolución bajo las condiciones de la dictadura del proletariado; (3) Lo que es más importante, el Estado, que es un nuevo Estado o mejor un “no-Estado”, se encuentra en manos de las clases trabajadoras y no en las de ninguna otra clase explotadora.
(ch) “La única vía posible es una economía mixta, que tendría tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social, como cooperativa". ¡Vaya socialismo este! Coexistiendo Estado (de hecho burgués, dado que no ha sido destruido por la revolución, sino que “refundado”), propiedad privada de terratenientes, capitalistas y monopolistas y propiedad social cooperativa de trabajadores al final sólo tendremos capitalismo (ya que las relaciones sociales de producción capitalistas siguen vigentes y reproduciéndose). Más aún, las antiguas clases propietarias y explotadoras siguen explotando colectivamente a los trabajadores a través de las empresas estatales, privadas y cooperativas (todas burguesas en el sentido más lato). Economía mixta, sin los obreros en posesión del poder del Estado, pese al rótulo con que se le bautice, sigue siendo capitalismo rampante y dominante.
Las leyes económicas del capitalismo, que se pretende haber tirado por la puerta de entrada, colándose por la de la cocina, continúan rigiendo la economía social. Dado que, capitalistas no son únicamente aquellos poseedores a título privado de los medios de producción, sino que existe las facción de la burguesía burocrática perceptora y usufructuaria de la plusvalía generalizada que el Estado exprime a toda la población trabajadora. Si la eliminación de la propiedad privada significase el fin del capitalismo, la afirmación del socialismo, entonces, por ejemplo, tanto México como Inglaterra serían ejemplos de socialismo.
(d) “La democracia participativa como nueva calidad de convivencia pacífica de los ciudadanos”. Esto es, la idea burguesa tradicional de la democracia como valor universal y suprahistórico. La referencia directa a la capacidad de todos los ciudadanos a participar en todos los asuntos públicos de la nación, soslaya la real pertenecía y posición de clase a los que se adsquibren cada uno de ellos. Tratase, aquí, de una democracia colocada por encima de las clases sociales y de la lucha de clases.
Demás está decirlo, es la negación de la democracia como forma de gobierno y de Estado (dictadura de una clase o conjunto de clases y violencia organizada contra sus enemigos) y la proclamación de la reconciliación entre las clases históricas en pugna. Sueño de opio de los demócratas pequeñoburgueses, los que de siempre han buscado la superación, según ellos, de ese mal entendido existente entre las clases sociales, con intereses antagónicos y enfrentadas en mortal lucha de clases. Cuando la realidad social, más en nuestros días, póngasele el adjetivo que se quiera, nos indica o es dictadura capitalista o es dictadura del proletariado, y en esto no hay una tercera visión de la democracia y del socialismo.
(e) “En este entorno institucional el ciudadano se convierte en sujeto pleno… de la condición humana”. El humanismo nunca ha sido inocente, la ciudadanía conculca a los proletarios y demás oprimidos su derecho más fundamental: la emancipación de la propia clase y demás clases explotadas. Resulta, en esta entrada del siglo XXI, la más descarada negación del valor universal de la experiencia histórica del glorioso Octubre ruso de 1917, tanto como senda obligada para la emancipación de la humanidad trabajadora y explotada; como, por cuanto, invalida la aserción científica de la misión histórica de la clase obrera, sepulturera que es del capitalismo imperialista.
(f) El papel clave asignado a los capitalistas en este “socialismo”, anula la dirección del proletariado en todos los asuntos de la sociedad. “La capacidad de administración. Si un ente administra adecuadamente un bien -sostiene Dieterich- no tienes realmente motivo para quitarle la propiedad o posesión, si abusa es otro asunto. Yo asumiría una visión funcional”. En otras palabras, continuidad del despotismo empresarial en los centros de trabajo y obligatoriedad subordinada de los trabajadores. Los capitalistas siempre tendrán mejor y mayor capacidad de gestión administrativa en la producción, y por qué no en la gestión del Estado, que los trabajadores hasta tanto estos no descubran y dominen los “secretos” del funcionamiento de los mecanismos de la economía política concreta y del poder político. De ahí, es de concluir, este “socialismo” pone al mando a la burguesía y no a la clase proletaria.
Como podemos constatar, esta “teoría” de Chávez y sus ideólogos (Arno Peters, Hans Dieterich y Gardini) que se pretende presentar como una visión nueva del socialismo y como nueva estrategia para la conquista del poder por parte del proletariado y sus aliados sociales y políticos, en su conceptualización y contenido nada tiene que ver con la doctrina del socialismo creada por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse-tung. No es más que una remasticadura de viejo revisionismo, revisionismo moderno y neorevisionismo.
De ahí que con decisión y orgullo revolucionario estamos obligados a gritar al rostro de los capitalistas y sus lacayos nuestro repudio a sus intentos infames de ensuciar tan sagrada enseña con vaciedades, tales como pintar de rojo a los “jueguitos republicanos de los generales suramericanos” (Lenin).
El socialismo proletario, marxista-leninista, hoy maoísta, es y será siempre bandera de combate y meta de la clase obrera y de todos los oprimidos de Panamá, de toda América y del mundo. Esa bandera ni es sustituible, ni refundable. Como justamente lo ha afirmado el camarada Giovanni Scuderi, Secretario General del Partido Marxista Leninista Italiano,
El abatimiento de los primeros países socialistas no significa que el capitalismo haya sido reconocido como la sociedad de los trabajadores, que hayan desaparecido como por encanto las contradicciones entre el proletariado y la burguesía y que la lucha por el socialismo halla acabado definitivamente.
Con todo que el proletariado haya sido empujado por los falsos comunistas y por los renegados reciclados como socialistas hacia caminos equivocados al final reencontrará aquel del socialismo. Comprenderá en la práctica que el socialismo y el comunismo no son refundables porque eso es imposible. Ellos son lo que son: tómalos o déjalos. Sus principios son aquellos establecidos por los Maestros, cuya justeza ha sido comprobada por la práctica, y se pueden aplicar dialécticamente según las condiciones específicas de los diversos países y de las situaciones concretas internacionales. Quién les quiere refundar es simplemente un embaucador que remastica y revomita viejas teorías trotskistas, socialdemocráticas y reformistas.
Por el Marxismo-Leninismo-Pensamiento de Mao y por la historia –continúa Scuderi-hemos aprendido que el socialismo no se conquista pacíficamente, legalmente y por la vía parlamentaria sino a través de la revolución proletaria. Esta revolución no es ni un golpe de Estado, ni una serie de actos terroristas de pequeños grupos, aún menos del solo Partido Marxista-Leninista o de este Partido a la cabeza de masas inconscientes. La revolución proletaria es una insurrección de masas guiadas por el proletariado encabezado por el Partido. Porque se trata de cambiar radical y totalmente la sociedad sería absurdo y desatino lanzar la revolución proletaria sin que el proletariado y sus aliados sociales y políticos estén completamente coenvueltos y conscientes de las tareas que les esperan sea en el curso de la insurrección que en el socialismo.”.

ARTÍCULO SEGUNDO
Debate, Nº 1, sustentando su exigencia de “un nuevo cuadro de reflexión”sobre el socialismo apunta “la hegemonía global del capitalismo no solamente fue edificado sobre nuevas bases materiales (las tecnologías de información y de comunicación) sino que permitió universalizar la subordinación del trabajo al capital”.
Como se puede constatar toda la argumentación (las nuevas base materiales del capitalismo y la universalización de las relaciones de producción) le sirve para matizar la vanificación del socialismo proletario, supuestamente llevado a efecto por la en desarrollo IIIª Revolución Industrial, dado que ésta habría insuflado nueva vida al imperialismo. Pase por medio de la cual oculta la significación y consecuencias de la restauración capitalista en la ex-URSS y todo el ex-Campo Socialista; en fin, para cubrir el miserable fin de los regímenes revisionistas instaurados allí desde 1956.
Pero, ¿los cambios científico-técnicos –la robotización de la producción, la biotecnología, las telecomunicaciones, fibras ópticas, la computarización y por allí en adelante han cambiado sustancialmente la base material del capitalismo? ¿Es la técnica o la ciencia la base material única del capitalismo o lo son las vigentes relaciones sociales de producción? Basta hacerse tales preguntas para que, enseguida, salga al descubierto toda la apostasía del articulista de marras.
Pero, quieras o no hay aquí una teoría. La cual, contra lo que señala el Marxismo-Leninismo, hace depender el proceso de producción primordialmente del desarrollo de la ciencia y de la técnica. Despojándolo de toda connotación de clase y de todo vínculo con la lucha de clases. Esto es, ella rompe la relación dialéctica “fuerzas productivas-relaciones de producción”, unilateralizando el papel determinante de la base material; introduciendo una relación mecánica de causalidad entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Por lo que, reduciendo los elementos constitutivos de las Fuerzas Productivas a sólo los Objetos de trabajo y Medios de producción (técnica y resultados científicos aplicados) terminan por diluir el papel social laboral. Lo que les conduce a ocultar el hecho de que entre las fuerzas productivas (productor directo + medios de producción) la fuerza de trabajo humana actúa como principal, determinante. Dado que esa capacidad humana productiva resulta ser, como lo señalase Marx, en su esencia, “el conjunto de la relaciones sociales”. (Tesis Sobre Feuerbach, 6).
De todo lo cual se concluye, además, que no existe una muralla china entre el uso de la fuerza productiva viva y las condiciones ideológicas y políticas bajo las cuales se desenvuelve el proceso de la producción social. Que la lucha de clases, las formas políticas, ideológicas, jurídicas devienen de rebote motor del progreso de la base material.
Esta “teoría”, revisionista y productivista, tomó carta de ciudadanía en los ambientes anti-marxistas-leninistas bajo la pretensión de vencer al capitalismo en una competencia económica pacífica. Por medio de la cual el socialismo mostraría su superioridad impulsando la producción de consumo, alcanzar en éste rubro a los países capitalistas más avanzados y el rebasarlos. Al final, tal y como lo fue demostrando el desenvolvimiento de la economía bajo la dirección de los revisionistas moderno en esos países, ahora, culminado dicho proceso y colocados ante la debacle, intentan convencernos de que el socialismo “fracasó”, dizque porque el capitalismo ha adoptado “nuevas bases materiales” y “universalizado” su sistema de explotación. Esto, asímismo, porque los trabajadores de allá –los países ex-socialistas- han saboteado la impulsión del proceso de producción social. Culpabilizar, fíjese Usted, a los trabajadores, a quienes han sido las únicas víctimas de tamaña traición. ¡Que infamia!
Cuando en realidad los enterradores del socialismo allá, para tapar su culpa, ahora echan al tinaco los auténticos hechos y acontecimientos, que han sido incapaces de preveer y controlar. Consistido en que las contradicciones interimperialistas y aquellas entre capitalistas y socialistas han impulsado, ciertamente, el progreso científico y tecnológico desde el curso de la II Guerra imperialista mundial y de la Guerra fría. Precisamente la aplicación a la producción social de las nuevas tecnologías nucleares, electrónicas, etc., por las potencias imperialistas occidentales ha sido un factor determinante para la victoria sobre el capitalismo monopolista de Estado Burocrático "soviético", el cual se ha precipitado a cabeza baja en la carrera de armamentos y descartando el renovar las producción civil e impulsar la producción y comercialización de los nuevos productos de consumo industriales. Los Gorbatchov, Yeltsin, Deng y los demás, mediocres dirigentes, no vieron, finalmente, otra salida que sincerar la restauración capitalista y lavar el barniz "socialista" de la URSS y los otros países exsocialistas.
Nosotros comunistas revolucionarios, herederos de los comunistas bolcheviques e tercerinternacionalistas, nunca hemos negado que hayan ocurrido modificaciones significativas posteriores a la contrarrevolución. Nosotros al elaborar nuestras líneas estratégicas y tácticas hemos, siempre, tomado en cuenta unos tales cambios económicos y políticos. Remarquemos, aunque sea, la modificación de la correlación de fuerzas mundiales: las fuerzas de la revolución, de la liberación y el socialismo se han debilitado, en contra las fuerzas de la guerra, de la reacción y la contrarrevolución se fortalecieron temporalmente. En esas condiciones, ciertamente, la revolución socialista resulta más difícil, pero no imposible. También lo es que la caída de los ex-países socialistas es el resultado de la traición y subversión revisionista, no de una pretendida obsolescencia tecnológica y científica. Allí el socialismo ha sido cortado, destruido desde adentro, no que haya fracasado o que no haya cumplido con las expectativas de las masas trabajadoras.
Producto no causa, la universalización de la economía y de las relaciones de producción capitalistas cierto han dado un salto adelante. Sobre ello los economistas burgueses trabajan con tres nociones: Internacionalización, lo que concerniría al intercambio de mercancías. Es el reino del comercio; Transnacionalización, en referencia a la producción, a la transferencia de la producción y del capital, y; Globalización, al entrelazamiento completo de la economía en un solo sistema mundial. Extrayendo de allí una transcisión progresista del capitalismo y del Estado a un capitalismo global. Basando todo eso en la unificación relativa del mercado capitalista mundial.
Pero, si con eso se quiere significar una unificación internacional de los precios de las mercancías, sobretodo de la mercancía Fuerza de Trabajo, ello resulta falso. Si con lo mismo se quiere remarcar de manera especial que la competencia ha alcanzado un nivel universal: esto se ha logrado desde fines del Siglo XIX, desde le momento mismo en que se ha culminado el reparto económico y territorial del planeta. Y si a la “globalización” del sistema se refieren, entonces entonemos cánticos de alabanza a Magallanes y a Elcano.
El Camino de Octubre y el Marxismo-Leninismo, en consecuencia, guardan su justeza. Sus principios universales pueden ser aplicados en cualquier país, imperialista o no, ya que mantienen su validez. Aunque ninguna revolución se puede reducir a copiar y pegar.
Para probar que el Camino de Octubre es impracticable hoy, Debate deberá dar las pruebas de que la contrarrevolución anti-socialista ha dado nueva vida al imperialismo –“parasitario”, “agonizante” y “última etapa del capitalismo” tal como le caracterizara Lenin en su momento- hasta tal punto que éste ha devenido progresista y alargado su tiempo histórico. En fin, que el capitalismo moribundo pudo retornar a su juventud.
Ideólogos burgueses desde los 60, buscando convencer a los trabajadores, se rompen la cabeza con eso de que la revolución técnico-científica ocurrida después de Lenin y de Stalin ha provocado cambios radicales en la situación económica y social del mundo poniendo fin a la división de clases. Por ello, concluyen, resulta caduca la teoría marxista de la lucha de clases, de la revolución social violenta y de la inevitabilidad de la suplantación del capitalismo por el socialismo.
Algún éxito han tenido. Una parte de los llamados “comunistas panameños” (más bien revisionistas panameños), creyéndoles propalan la idea de que la revolución proletaria y el socialismo planteados por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao deben ser “revisada” en algunos aspectos. “Hay que discutir y calibrar la formulación y aplicación de la Dictadura del Proletariado y el Centralismo Democrático”, afirma R. D. Souza con una tal autosuficiencia, la que no logra con todo tan siquiera ocultar su derrotismo y apostasía, ante el IX Congreso de su partido. El golpe, aunque forrado de terciopelo, es directo contra los fundamentos de la aspiración a la implantación del poder socialista de la clase obrera: la inevitabilidad de la dictadura del proletariado y la necesidad de un Partido comunista para la realización dicha tarea política
Tanto él como sus mentores se equivocan. Pues soslayan una minucia, las leyes del desarrollo social. Las clases y la lucha de clases, expresiones que son de las relaciones sociales económicas, así lo demuestra la historia, sólo desaparecerán con la desaparición de la propiedad privada y la eliminación del sistema del salariado. Y el único camino, para la conquista del poder y la marcha al socialismo, resulta ser romper, hacer saltar, demoler el viejo poder estatal burgués y el desintegrar hasta sus cimientos al obsoleto sistema económico explotador y abrir camino a lo nuevo.
No hay motivo, pues, de romperse el cerebro para buscar, o pretender buscar, la vía de salida del capitalismo. Ello lo a hecho Marx, y muy bien dado que sus indicaciones ya han sido experimentadas exitosamente por Lenin, Stalin y Mao, cuando señala que: “Socialismo es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transcisión para la supresión de las diferencias de clases en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales”.
¡Dejad, pues, de actuar como prestidigitadores de feria!
Todo ese desarrollo científico-técnico, con el cual queréis apantallarnos, existente este capitalismo agonizante y parasitario, no hace más que agravar la crisis del sistema (cuya raíz es la contradicción económica básica entre el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación de lo producido, plusvalía y salario) porque ello reduce la necesidad de mano de obra, rebaja los salarios y acrece la explotación de los obreros ocupados, lo que intensifica la lucha de clases.
En el período del capitalismo agonizante, ningún desarrollo tecnológico, ninguna política económica, neoliberal o neokeynesiana, ninguna maniobra política puede resolver la crisis y salvarlo de su ruina inevitable.
Hoy por hoy, aquí en Panamá y el resto del mundo, la cuestión central de la lucha de clases sigue siendo aquella de la batalla frontal contra los terratenientes, los compradores, el imperialismo, contra su gobierno y su orden legal y constitucional. La lucha por el socialismo proletario, la conquista del poder político por la clase obrera y sus aliados; y que dicha cuestión, la madre de todas las cuestiones,se resolverá sólo abatiendo al capitalismo, su sobreestructura político-jurídica, conquistando esa nueva sociedad.
Para no caer en confusiones del tipo de conquistar el socialismo por medio de una sedicente “vía electoral” y “parlamentaria”, dicha “vía democrática” y sin lucha revolucionaria insurreccional, o sin recurrir a la guerra popular liberadora, antes deberemos abandonar la idea errónea de que la Constitución Política vigente, burguesa por contenido y objetivos, sea la herramienta idónea para lograr la liberación política y la emancipación social de los explotados y oprimidos. Hacer conciencia de que “la dominación burguesa, como emanación y resultado del sufragio universal, como expresión de la voluntad soberana del pueblo; éste es el significado de la Constitución burguesa”. (Ob. Cit., p. 127). Que el sufragio universal, en las condiciones de la sociedad actual, es la dictadura del capital.
De la Constitución, sólo debemos defender lo que sirve para combatir la recién instalada IIªRepública oligárquica y lo que posibilite el desarrollo hacia la revolución y el socialismo. Al luchar contra la IIª República oligárquica, de corte presidencialista, corporatista y neofascista, al presente con rostro martinellista, ella deberá desarrollarse sobre el terreno revolucionario antifascista, anti-latifundista, anti-capitalista, anti-militarista, anti-imperialista y anti-institucional, y; no sólo contra la oligarquía y la llamada “partidocracia”, asumiendo la perspectiva del socialismo proletario.
Ciertamente actualmente, en vista de la escasez de nuestras fuerzas partidaristas, amplios sectores de las masas obreras, campesinas y populares, fuerzas instintivamente democráticas y patrióticas, no están, por el momento, dispuestas a darnos su respaldo y seguirnos por la vía de la conquista revolucionaria de la democracia popular y el socialismo. Pero, finalmente, las atrocidades, las expoliaciones y la opresión de las que les hace víctima la dictadura oligárquica de burgueses y terratenientes, sostenida por el imperialismo norteamericano, las empujarán inevitablemente hacia nuestra línea política revolucionaria. Ellas están todavía sometidas a las ilusiones constitucionalistas, el electoralismo y al legalismo; drogadas por los cantos pacifistas, legalistas, reformistas pequeñoburgueses y el modo de pensar burgués; ofuscadas por la propaganda revisionista y la agitación diversionista neorevisionista; por lo que temen o no saben ir más allá de esos límites.
En fin, no comprenden aun la necesidad y la urgencia de comprometerse en el camino de la revolución social. Por lo que, de nuestra parte, nos toca el ir a su encuentro, ayudarlas a que aprendan y adquieran experiencia de sus potencialidades, en eso, es nuestro cometidodespertar en ellas la necesaria voluntad revolucionaria de poder y ofreciéndoles una estrategia de poder revolucionario. En eso ayudarlas a hacer limpieza ideológica en su mente, el reordenar sus ideas impulsando aquellas revolucionarias y expeliendo esas conciliacionistas y no-revolucionarias, para que asuman un modo de pensar y una posición política consona con su misión histórica. Aquí el modo justo de hacer tal limpieza ideológica, resulta ser que ellas recurran al Marxismo-Leninismo-Maoísmo, no a la desviacionista teoría de la desideologización del movimiento, o de aquella de la “vía nacional al socialismo” que tantos quebraderos de cabeza ya ha provocado, o como esa de un “marxismo revolucionario” castrado de toda referencia a tal o cual Maestro del proletariado internacional.
Quién todavía no lo ha hecho o que quiera retornar a la ciencia de la revolución proletaria, al socialismo científico, debe beber de la fuente viva y no contaminada del Marxismo-Leninismo-Pensamiento Mao Tse-tung, y desintoxicarse del veneno anti-socialista proletario tragado inadvertidamente. Comprender, en fin, que en éste campo, el dotarse de una auténtica cultura socialista para combatir al capitalismo y al imperialismo, su cultura e ideología, transformar al mundo como a nosotros mismos, resulta necesario dotarse y poseer una actitud positiva de cara a los cinco Maestros y su doctrina revolucionaria.
Está claro que en el mundo sólo existen dos ideologías que luchan a muerte, aquella proletaria y aquella burguesa, y que, por tanto, no se puede estar con un pie en una y con el otro en la otra. En nuestro anterior artículo así lo hemos demostrado. El eclecticismo en esto, sea del tipo de Dieterich sea del de Souza, es inconsecuencia contrarrevolucionaria, oportunista y cobarde, no una postura revolucionario proletaria. Este concepto fundamental de las dos concepciones generales, de las dos ideologías y de las dos culturas, antagónicas, es esencial para el cumplimiento de la necesidad de que el Partido del proletariado lleve la ideología socialista, no cualquier ideología “socialista” sino aquella Marxista-Leninista-Maoísta, a la clase obrera. Ello ha sido amplia y claramente explicado por el artífice principal de la Gran Revolución Socialista de Octubre, nuestro faro guía, Lenin en su magistral obra “¿Qué Hacer?”:
Desde el momento que no se puede hablar de una ideología independiente, elaborada por las masas misma en el curso de su movimiento, la cuestión se puedeponer solamente así: o ideología burguesa o ideología socialista. No hay vía intermedia (porque la humanidad no ha creado una “tercera” ideología, y, más aun, en una sociedad marcada por los antagonismos de clase, no podrá jamás existir una ideología fuera o por encima de las clases). Esto porque todo rebajamiento de la ideología socialista, todo alejamiento de ella implica necesariamente un reforzamiento de la ideología burguesa. Se habla de la espontaneidad; pero el desarrollo espontáneo del movimiento obrero hace que él se subordine a la ideología burguesa, que ella proceda precisamente según el programa del “Credo”, porque el movimiento obrero espontáneo es Sindicalismo,…, y el sindicalismo es la esclavización ideológica de los obreros a la burguesía. Por eso nuestra tarea, la tarea de la socialdemocracia (hoy decimos, comunismo marxista-leninista. N. d. Q. G), consiste en combatir la espontaneidad, el apartar al movimiento obrero de la tendencia espontánea, del sindicalismo a refugiarse bajo el ala de la burguesía; nuestro objetivo consiste en atraer al movimiento obrero bajo el ala de la socialdemocracia revolucionaria.
“¿Pero, por qué –preguntará el lector- el movimiento obrero espontáneo, movimiento que sigue la línea del menor esfuerzo, conduce al predominio de la ideología burguesa? Por la simple razón que por sus orígenes, la ideología burguesa es mucho más antigua de aquella socialista, ella está mejor elaborada en todos sus aspectos y posee una cantidad incomparablemente mayor de medios de difusión. Y cuanto más joven el movimiento socialista de un determinado país, tanto más enérgica debe ser la lucha contra todas las tentativas de consolidar la ideología no-socialista, tanto más resulta la necesidad de premunir a los obreros contra los malos consejeros que gritan a la “sobrevalorización del elemento conciente”.
En un escrito suyo, continuando éste pensamiento de Lenin, el camarada Stalin remarcará: “… exponer públicamente la idea de que el movimiento obrero espontáneo sin socialismo equivale a un vagar en las tinieblas, que si conduce algún día al objetivo, nadie sabe cuándo será ni a costa de qué sufrimientos, y que, por consiguiente,la conciencia socialista tiene una importancia muy grande para el movimiento obrero”.(Ver: J. Stalin, Brevemente sobre las discrepancias en nuestro partido, p. 7. ediciones: PENSAMIENTO. Panamá. 2010).
Ya puedes, querido lector, haberte dado cuenta el por qué la consigna lanzada por Debatede “sin ideología” y “desmistificar” resulta profundamente errónea. Así como, también, aquellas otras difundidas por Hans Dieterich desde Venezuela. Ellas rebajan o niegan la importancia de la ideología socialista del proletariado, es decir contrabandea la ideología de su antagónico rival en el seno mismo del movimiento obrero organizado, forzándola a no hacer recurso a la lucha ideológica de clase e impidiéndole forje una clara y solida conciencia de clase comunista.

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