miércoles, 17 de julio de 2013

Repudio total a la agresión contra Patrick Granja, periodista de AND

Foto tomada de anovademocracia
Las luchas de los grandes sectores populares en Brasil no paran, y esta semana nos enteramos de que la Policía Militar de ese país, enviada por Dilma, apunta también contra los periodistas de la prensa popular e independiente que sale a las calles a cubrir la información que los grandes medios de comunicación pretenden ignorar. El reportero del periódico A Nova Democracia, Patrick Granja, resultó herido con premeditación por las fuerzas policiales que lanzaron explosivos contra él y un grupo de sus colegas, cuando todos se hallaban registrando la brutalidad con que actúa la represión contra las manifestaciones y protestas de la gente.
Nuestra solidaridad con el periodista Patrick Granja, con la redacción de A Nova Democracia, con la prensa comprometida e independiente, y con el pueblo del Brasil que protagoniza masivas protestas contra el abuso y la corrupción de sus gobernantes.  Publicamos la nota de denuncia de A Nova Democracia

Nota de repudio a la agresión contra Patrick Granja, periodista de AND

El periódico A Nova Democracia repudia vehementemente la cobarde agresión policial sufrida por nuestro periodista Patrick Granja, el día 11 de julio, hacia las diez de la noche, en las proximidades del Palacio Guanábara, barrio de Laranjeiras, zona sur de Río de Janeiro.

Patrick se encontraba con un grupo de periodistas que cubrían los combates entre manifestantes y la policía. En determinado momento, habiendo sido identificados, los periodistas fueron atacados por la policía con bombas de efecto mortal. Dos explosionaron en contacto con las piernas de Patrick, que quedó herido gravemente en la pantorrilla izquierda, necesitando de cuidados médicos.

Anteriormente, en la protesta del día 20 de junio, cuando manifestantes intentaron tomar la Alerj, Patrick, también ejerciendo su trabajo de reportero, fue alcanzado por un explosivo del mismo tipo, quedando herido en la rodilla a pesar de los pantalones que vestía.

Ésa es la regla de la acción policial contra las manifestaciones que han sacudido al Brasil en las últimas semanas. El salvajismo de las tropas asesinas de pobres solamente se contiene porque (todavía) están imposibilitadas de usar las armas de su preferencia, las que portan en los operativos en las favelas y barrios pobres y que no dejan solo heridos.

Esa policía vandálica no respeta ni hospitales ni edificios residenciales en sus ataques ciegos de odio y brutalidad contra los manifestantes que ofrecen resistencia con lo que encuentran en la calle. Esa policía salvaje no tolera que la prensa popular y democrática registre sus actos, porque sabe que nuestras imágenes desmentirán el monopolio de los medios de comunicación, cómplice de los crímenes del Estado.

Patrick está bien y se recupera en casa. En la redacción, la indignación es enorme. Faltan medios para exteriorizar, publicar, divulgar todo lo que sentimos. Continuaremos cubriendo las manifestaciones con el mismo sentido independiente. Continuaremos denunciando la brutalidad policial. Continuaremos divulgando la autodefensa de las masas. Continuaremos del lado del pueblo, en fin.

No exigimos ninguna retractación del Sr. Sergio Cabral Filho o de la policía que él comanda. Consideramos nuestros heridos como víctimas de la guerra que el viejo Estado declaró contra el pueblo. Nos sumamos a los demás heridos en las manifestaciones y familiares de los muertos de la Maré e otras favelas de Río de Janeiro, a los vendedores ambulantes impedidos de trabajar y demás sectores de la sociedad perseguidos por el fascismo de Dilma/Cabral/Paes. Nada de lo que ellos dicen será capaz de retratar los daños sufridos por el pueblo de Río de Janeiro.

Agradecemos la atención y pedimos la divulgación de esta nota.
Río de Janeiro, 12 de julio de 2013

José Ricardo Prieto
Director General
A Nova Democracia


Testimonio de Patrick Granja
Ayer por la noche, salí a trabajar en la cobertura de las manifestaciones que ocurrieron en el centro de Río y frente al Palacio Guanabara. Después de la cobertura de las protestas anteriores, llegamos a la conclusión de que necesitábamos destacar nuestra identidad visual, con camisas con el logo del periódico y la palabra “prensa”, junto a cascos, mascarillas y gafas. Yo, particularmente, compré un chaleco para cargar la parafernalia de la cámara (baterías, tarjetas, iluminador, etc.).

En todas las protestas que ocurrieron desde el día 8 de junio, yo solo me había herido en la rodilla una vez, en la Alerj. Pensé: “ahora, mejor identificado, estaré más protegido todavía, o mejor, menos desprotegido”.

Después de todos los enfrentamientos del día 11 de julio, en el centro y en Laranjeiras, las cosas ya estaban más calmadas en frente al Palacio Guanabara. Cerca de 300 personas permanecían en el local, pero manteniendo la calle Pinheiro Machado libre al tránsito.

Repentinamente, la PM atacó a los manifestantes con un camión que dispara fuertísimos chorros de agua. Yo y un grupo de cerca de 10 periodistas, cinematógrafos y fotógrafos permanecimos apostados entre los manifestantes y los de la PM, registrando el enfrentamiento que continuó por la calle Paissandu. De repente, una bomba fue lanzada contra nosotros que levantamos las manos y gritamos repetidamente “¡prensa, prensa!”. A pesar de ello, otras cuatro granadas de efecto mortal fueron lanzadas. Dos de ellas me acertaron en la pierna.

Continué corriendo por la calle Paissandu con otros profesionales también heridos. Una de las bombas hizo un hueco de un centímetro de profundidad e cuatro centímetros de diámetro en mi pantorrilla de la pierna izquierda. Fue atendido por los socorristas voluntarios que, en mi opinión, ahora, más que nunca, son grandes seres humanos. Siempre que los veo, recuerdo la película Diarios de Motocicleta.

Fui a cada grupo de periodistas, incluyendo a los que trabajan para el monopolio, me identifiqué como profesional y les mostré las heridas. Pero no hubo repercusión. Al fin de cuentas, gané ocho puntos y perdí gran cantidad de tejido (carne misma). Una parte de mi pierna quedó ligeramente deformada. Ahora queda la pregunta: ¿quién lanzó la bomba? La responsable es la policía que, al contrario de lo que muchos dicen, está muy bien preparada. Preparada para reprimir, ser truculenta y no tener una gota de humanidad. Preparada para no respetar a nadie y promover la violencia.

Sólo no estoy más disgustado con todo esto porque desde 2008 acompaño la violencia policial en las favelas de Río y sé que, la verdad, mi herida es sólo un arañazo. Lo que hace la policía en las manifestaciones e sólo una muestra de la política genocida aplicada en las favelas por las tropas de represión al servicio de las innumerables bandas que administraron este podrido Estado.

Por fin, llegué a casa, miré el Jornal de la Globo, que por cierto no se refirió para nada sobre las manifestaciones, a no ser para hablar de los actos higienizados, con trayectos combinados con la policía y oportunistas de las centrales sindicales y sindicatos de capa blanca, que también se utilizaron como matones para espantar a los manifestantes independientes. Conclusión: Estado, policía, centrales amarillas, monopolio de la prensa y empresarios son parte de un mismo engranaje, podrido, quebrado y acorralado, sin otra opción que la de reprimir.

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