Las luchas de los grandes sectores populares en Brasil no paran, y
esta semana nos enteramos de que la Policía Militar de ese país, enviada
por Dilma, apunta también contra los periodistas de la prensa popular e
independiente que sale a las calles a cubrir la información que los
grandes medios de comunicación pretenden ignorar. El reportero del
periódico A Nova Democracia, Patrick Granja, resultó herido con
premeditación por las fuerzas policiales que lanzaron explosivos contra
él y un grupo de sus colegas, cuando todos se hallaban registrando la
brutalidad con que actúa la represión contra las manifestaciones y
protestas de la gente.
Nuestra solidaridad con el periodista Patrick Granja, con la
redacción de A Nova Democracia, con la prensa comprometida e
independiente, y con el pueblo del Brasil que protagoniza masivas
protestas contra el abuso y la corrupción de sus gobernantes.
Publicamos la nota de denuncia de A Nova Democracia
Nota de repudio a la agresión contra Patrick Granja, periodista de AND
El periódico A Nova Democracia repudia vehementemente la cobarde
agresión policial sufrida por nuestro periodista Patrick Granja, el día
11 de julio, hacia las diez de la noche, en las proximidades del Palacio
Guanábara, barrio de Laranjeiras, zona sur de Río de Janeiro.
Patrick se encontraba con un grupo de periodistas que cubrían los
combates entre manifestantes y la policía. En determinado momento,
habiendo sido identificados, los periodistas fueron atacados por la
policía con bombas de efecto mortal. Dos explosionaron en contacto con
las piernas de Patrick, que quedó herido gravemente en la pantorrilla
izquierda, necesitando de cuidados médicos.
Anteriormente, en la protesta del día 20 de junio, cuando
manifestantes intentaron tomar la Alerj, Patrick, también ejerciendo su
trabajo de reportero, fue alcanzado por un explosivo del mismo tipo,
quedando herido en la rodilla a pesar de los pantalones que vestía.
Ésa es la regla de la acción policial contra las manifestaciones que
han sacudido al Brasil en las últimas semanas. El salvajismo de las
tropas asesinas de pobres solamente se contiene porque (todavía) están
imposibilitadas de usar las armas de su preferencia, las que portan en
los operativos en las favelas y barrios pobres y que no dejan solo
heridos.
Esa policía vandálica no respeta ni hospitales ni edificios
residenciales en sus ataques ciegos de odio y brutalidad contra los
manifestantes que ofrecen resistencia con lo que encuentran en la calle.
Esa policía salvaje no tolera que la prensa popular y democrática
registre sus actos, porque sabe que nuestras imágenes desmentirán el
monopolio de los medios de comunicación, cómplice de los crímenes del
Estado.
Patrick está bien y se recupera en casa. En la redacción, la
indignación es enorme. Faltan medios para exteriorizar, publicar,
divulgar todo lo que sentimos. Continuaremos cubriendo las
manifestaciones con el mismo sentido independiente. Continuaremos
denunciando la brutalidad policial. Continuaremos divulgando la
autodefensa de las masas. Continuaremos del lado del pueblo, en fin.
No exigimos ninguna retractación del Sr. Sergio Cabral Filho o de la
policía que él comanda. Consideramos nuestros heridos como víctimas de
la guerra que el viejo Estado declaró contra el pueblo. Nos sumamos a
los demás heridos en las manifestaciones y familiares de los muertos de
la Maré e otras favelas de Río de Janeiro, a los vendedores ambulantes
impedidos de trabajar y demás sectores de la sociedad perseguidos por el
fascismo de Dilma/Cabral/Paes. Nada de lo que ellos dicen será capaz de
retratar los daños sufridos por el pueblo de Río de Janeiro.
Agradecemos la atención y pedimos la divulgación de esta nota.
Río de Janeiro, 12 de julio de 2013
José Ricardo Prieto
Director General
A Nova Democracia
Testimonio de Patrick Granja
Ayer por la noche, salí a trabajar en la cobertura de las
manifestaciones que ocurrieron en el centro de Río y frente al Palacio
Guanabara. Después de la cobertura de las protestas anteriores, llegamos
a la conclusión de que necesitábamos destacar nuestra identidad visual,
con camisas con el logo del periódico y la palabra “prensa”, junto a
cascos, mascarillas y gafas. Yo, particularmente, compré un chaleco para
cargar la parafernalia de la cámara (baterías, tarjetas, iluminador,
etc.).
En todas las protestas que ocurrieron desde el día 8 de junio, yo
solo me había herido en la rodilla una vez, en la Alerj. Pensé: “ahora,
mejor identificado, estaré más protegido todavía, o mejor, menos
desprotegido”.
Después de todos los enfrentamientos del día 11 de julio, en el
centro y en Laranjeiras, las cosas ya estaban más calmadas en frente al
Palacio Guanabara. Cerca de 300 personas permanecían en el local, pero
manteniendo la calle Pinheiro Machado libre al tránsito.
Repentinamente, la PM atacó a los manifestantes con un camión que
dispara fuertísimos chorros de agua. Yo y un grupo de cerca de 10
periodistas, cinematógrafos y fotógrafos permanecimos apostados entre
los manifestantes y los de la PM, registrando el enfrentamiento que
continuó por la calle Paissandu. De repente, una bomba fue lanzada
contra nosotros que levantamos las manos y gritamos repetidamente
“¡prensa, prensa!”. A pesar de ello, otras cuatro granadas de efecto
mortal fueron lanzadas. Dos de ellas me acertaron en la pierna.
Continué corriendo por la calle Paissandu con otros profesionales
también heridos. Una de las bombas hizo un hueco de un centímetro de
profundidad e cuatro centímetros de diámetro en mi pantorrilla de la
pierna izquierda. Fue atendido por los socorristas voluntarios que, en
mi opinión, ahora, más que nunca, son grandes seres humanos. Siempre que
los veo, recuerdo la película Diarios de Motocicleta.
Fui a cada grupo de periodistas, incluyendo a los que trabajan para
el monopolio, me identifiqué como profesional y les mostré las heridas.
Pero no hubo repercusión. Al fin de cuentas, gané ocho puntos y perdí
gran cantidad de tejido (carne misma). Una parte de mi pierna quedó
ligeramente deformada. Ahora queda la pregunta: ¿quién lanzó la bomba?
La responsable es la policía que, al contrario de lo que muchos dicen,
está muy bien preparada. Preparada para reprimir, ser truculenta y no
tener una gota de humanidad. Preparada para no respetar a nadie y
promover la violencia.
Sólo no estoy más disgustado con todo esto porque desde 2008 acompaño
la violencia policial en las favelas de Río y sé que, la verdad, mi
herida es sólo un arañazo. Lo que hace la policía en las manifestaciones
e sólo una muestra de la política genocida aplicada en las favelas por
las tropas de represión al servicio de las innumerables bandas que
administraron este podrido Estado.
Por fin, llegué a casa, miré el Jornal de la Globo, que por cierto no
se refirió para nada sobre las manifestaciones, a no ser para hablar de
los actos higienizados, con trayectos combinados con la policía y
oportunistas de las centrales sindicales y sindicatos de capa blanca,
que también se utilizaron como matones para espantar a los manifestantes
independientes. Conclusión: Estado, policía, centrales amarillas,
monopolio de la prensa y empresarios son parte de un mismo engranaje,
podrido, quebrado y acorralado, sin otra opción que la de reprimir.
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