Para
nosotros el proceso de cambios en Bolivia nunca alcanzó la estatura de
una revolución democrática y cultural. Sostuvimos y sostenemos que aquí
hubo y hay reformas, avanzadas al comienzo y, ahora, cada vez más
burguesas y que, por tanto, pierden su filo popular.
Incluso
los gobernantes, el Presidente en particular, habla cada vez menos de
su presunta revolución democrática y cultural, así como el
Vicepresidente parlotea sólo de cuando en cuando del socialismo
comunitario.
Algunos
que apoyan, desde la izquierda, al denominado proceso de cambios
admiten en voz baja que en nuestro país hay reformas, pero que eso es lo
que se puede hacer. También existen los que aseguran que a lo que
apoyan y a lo que se debe apoyar es al proceso de cambios, el que
pertenece a todo el pueblo boliviano y por el que hemos luchado décadas,
añaden.
Para
otros, también de izquierda, los que salieron del gobierno creían en
dos planteamientos que ellos se encargaban de difundir: que el
Presidente debía “reconducir” el proceso de cambios y que a pesar de las
contramarchas el proceso de cambios era revolucionario. Unos y otros
—entre los que están los librepensantes o los librepensadores—rompieron
con ese su pasado común con los gobernantes y en este período comparten
cada vez más las aspiraciones y las luchas de explotados y oprimidos,
con el pueblo: por cierto que no hablamos de las excepciones, entre
aquéllos, que están en otra cosa.
A
propósito del concepto pueblo nosotros compartimos el parecer de Fidel
Castro sobre el pueblo inserto en su alegado político y jurídico: La
historia de absolverá.[1]
Entre
los gobernantes bolivianos hay los que apoyan la tendencia llamada
pachamámica, la que encabeza el actual Canciller de Bolivia que, para
decepción de los que esperaban más de él, es uno de los que alienta la
unidad de los inquilinos del Palacio Quemado con gente de la izquierda y
de la derecha. Otros apoyan al Vicepresidente, al que lo consideran
“académico”, en los cuatro costados del planeta, pero que hace al menos
cinco años dijo que el proceso de cambios en nuestro país llegó hasta el
lugar entonces posible, ante la reprobación de sus colegas sociólogos
reunidos en un congreso suyo en Cochabamba.
Sobre
la alianza de los masistas con la izquierda y la derecha, el primer
sustituto de JEMA en la jefatura en el MAS, en una reunión de la
izquierda latinoamericana, al día siguiente de la posesión del actual
Presidente durante su primer mandato, abiertamente, avisó que su partido
(el MAS) se unía con la izquierda y con la derecha para servir al
pueblo.
Por
eso nosotros nos permitimos hacer una precisión, incluso respecto de
los que aseguran que es anacrónico, ahora, hablar de la izquierda y de
la derecha. Nosotros sostenemos que las corrientes y partidos políticos
se diferencian entre sí porque unos sirven al pueblo y son de éste,
frente a los otros que no sirven consecuentemente al pueblo, aunque
digan que lo hacen. Otra brecha que separa a esos bloques es que unos
son antiimperialistas durante la mayor parte de su vida (y en los
hechos) y otros son antiimperialistas inconclusos, con frecuencia, sólo
lo son en las palabras. Una tercera distancia entre esos dos grandes
grupos está en que unos, como el actual Presidente, aseguran que el
capitalismo es un cáncer, pero siguen aliados a él y con su política en
primer lugar favorecen a esos grupos económicos (un ejemplo es el
acuerdo gobernantes-empresarios de la CAO, con el que se benefician
principalmente los patrones agroindustriales, sobre todo los cruceños).
Una cuarta surptura es la que se configura así: los gobernantes tratan
de hacernos creer que defienden los derechos de la madre tierra, pero
toleran el saqueo de ésta e incluso ellos la promueven; en cambio, los
otros están en la trinchera de la defensa efectiva, por ejemplo, de las
reservas naturales (y los territorios) para indígenas y para todos los
bolivianos, y se trata de la defensa es de las áreas protegidas, las que
no son un invento yanqui, como equivocadamente dijo el ministro
Choquehuanca en la reunión sobre la tierra que se realizó en Tiquipaya
(Cochabamba) el último 12 de octubre. Tan equivocado le pareció ese
dicho del Ministro de Relaciones Exteriores boliviano que el premio
Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, le salió al frente para rectificarlo.
Desde
este espacio editorial y desde otros lugares, hace dos años, planteamos
construir la nueva unidad del pueblo boliviano, que sea de veras y en
la realidad, democrática, popular, plurinacional, antiimperialista y
revolucionaria.
Esta
propuesta, que es de tantos otros bolivianos que la formularon y la
convierten en realidad visible, unidad que todavía tiene lugar en
círculos menores, pero cada vez más consecuentes y en desarrollo.
Ante
el referéndum para aprobar o no la reforma constitucional que los
oficialistas pretenden que le abra el paso a la reelección de JEMA por
cuarta vez, es decir, que prolongue su mandato presidencial hasta 2025
—nosotros suponemos que sería al menos hasta el 2030[2]—
la nueva unidad del pueblo que sugerimos y que ayudamos a construir,
desde estas páginas y en la práctica, debemos propagandizar la necesidad
de que votemos NO el 21 de febrero de 2016.
Algunos
compañeros que consideran que el actual Presidente ya no debe ser
reelecto, sin embargo, dicen que nada harán para que la gente del pueblo
vote NO aquella fecha. Respetamos esa postura, pero nos parece
inconsecuente porque cede ante ligera sindicación de los oficialistas
que dicen que los que votemos NO en aquella ocasión haremos lo mismo que
la derecha.
Nosotros
respondemos que nuestra acción respecto del referéndum de febrero de
2016 ocurrirá como dice aquella hermosa cueca referida a la Revolución
democrática burguesa de 1952 en nuestro país: “Desde su sendero/ pelea
el guerrero,/ desde mi sendero/ peleo yo”.
Si
estamos con el pueblo no tenemos que buscar ni siquiera una
convergencia con la derecha para votar NO el 21 de febrero de 2016. Sin
embargo, nuestra decisión electoral y la campaña que realicemos no tiene
que ser clandestina sino abierta, y con el fervor que no tienen los
oficialistas.
Y
a propósito de la derecha, es necesario decir que la millonaria, tipo
empresarios de la CAO o los banqueros —esos que dicen que con Evo
Morales hacen más plata que nunca— tienen una alianza con el gobernante
boliviano, la que quizá no sea hasta la muerte, pero funciona, de manera
que esa derecha, aunque no lo diga abiertamente, votará SÍ por su
aliado el 21 de febrero del próximo año.
Hasta
este momento esa derecha —que existe en todo el país, como Sánchez, ex
Presidente de los empresarios privados que hace tiempo propuso un pacto
con los indígenas— no ha dicho que realizará propaganda y/o campaña por
el SI, pero ese comportamiento no debe desorientarnos porque no menos
que ocurrirá con esas fracciones empresariales y derechistas es que
permanezcan neutrales.
El
bloque 1. El oficialismo, actualmente, está integrado por los llamados
movimientos sociales (COB, FSTMB, CSUTCB, “Bartolinas”, colonizadores),
el masismo, los gobernantes y empresarios (derecha económica y política)
que buscarán la reelección de JEMA.
Bloque
2. La nueva unidad del pueblo que se constituye, a pesar de todas las
dificultades, es y será el instrumento para la verdadera revolución en
Bolivia.
Bloque
3. Las otras fracciones empresariales y derechistas que no están en el
gobierno ni tienen acuerdo con los gobernantes. Si esas fracciones de
empresarios y derechistas tuvieran más claro el lugar de sus intereses
ya hubieran establecido un pacto con los gobernantes…
Los
sectores más avanzados del pueblo, de los que nos consideramos parte,
reconstituyen una nueva unidad para la revolución democrática, popular,
plurinacional, antiimperialista y revolucionaria pendiente. Para ampliar
y seguir, por ese camino propio del pueblo, éste de manera creciente
votará NO el 21 de febrero.
[1] Para el líder de la Revolución cubana pueblo es: “Nosotros
llamamos pueblo —dijo Fiel en su alegado político y jurídico— si de
lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo
deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su patria
en busca de sustento; a los quinientos mil obreros del campo que habitan
en los bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan
hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria, que no tienen una
pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a
compasión si no hubiera tantos corazones de piedra; a los cuatrocientos
mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están
desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son
las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de
las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el
despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba; a
los cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una
tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a
la tierra prometida, para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que
pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos,
que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, planta un cedro o
un naranjo porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia
rural a decirles que tienen que irse; a los treinta mil maestros y
profesores tan abnegados, sacrificados y necesarios al destino mejor de
las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga; a los
veinte mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la
crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y
venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros,
abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos,
periodistas, pintores, escultores, etcétera, que salen de las aulas con
sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en
un callejón sin salida, cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a
la súplica. ¡Ése es el pueblo, cuyos caminos de angustias están
empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir: «Te vamos
a dar», sino: «¡Aquí tienes, lucha ahora con toda tus fuerzas para que
sean tuyas la libertad y la felicidad!»
[2] Los cocaleros del Chapare quieren que su jefe gobierne hasta el 2035.
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