viernes, 9 de septiembre de 2011

LAS TENSIONES CREATIVAS DEL ULTIMO JACOBINO

El principal ideologo del llamado proceso de cambio, Álvaro García Linera, dice que estamos viviendo la quinta fase que sucedería al punto de la bifurcación o el momento jacobino de la revolución en el país (cuarta fase que se cierra con la victoria electoral de Evo Morales en las elecciones del 2009). Estas fases corresponderían al proceso revolucionario o proceso de cambio, así es como denomina a la reorganización del viejo estado boliviano en “Las tensiones creativas de la revolución”, texto en el cual aparece como un teórico más de la pequeña burguesía reformista.

La quinta fase, según afirma Álvaro García Linera, se caracteriza por las contradicciones creativas en el seno mismo del bloque nacional popular, y no así por las contradicciones entre bloques de poder antagónicos e irreconciliables, porque “los golpistas prefirieron retroceder y rendirse” (después de los acontecimientos en Pando el 2008). Es decir la derecha habría sido derrotada política y militarmente, por tanto en esta fase (la que actualmente se desarrolla), las tensiones y contradicciones ya no serian antagónicas, sino secundarias protagonizadas en el interior del bloque nacional popular y que estas contradicciones serian creativas, nada amenos a la luz de la teoría del Presidente Mao Tse Tung, sobre las contradicciones en el seno del pueblo.

Es tarea de todo comunista desenmascarar la perniciosa ideología de los impostores que se esfuerzan por mantener y defender el capitalismo burocrático, recurriendo al delirante despliegue de un aparato de conceptos y categorías que no son más que bazofia indigerible para cualquier revolucionario consecuente y honesto, como por ejemplo: el “empate catastrófico”, “guerra social”, “regimientos de los bloques de poder”, “potencial de fuerza”, “sublevación electoral” y otras sandeces por el estilo, que en rigor a la verdad están predestinadas a legitimar con “fraseologías revolucionaristas” las reformas del viejo estado, ahora devenido en estado plurinacional como forma estatal de este .

EL MOMENTO JACOBINO DE LA REVOLUCION
Álvaro García Linera, se jacta de ser el “último jacobino”, en alusión al club francés de los Jacobinos que fueron parte del grupo político de la Revolución Francesa, que en realidad fueron republicanos, defensores de la soberanía popular y su visión de indivisibilidad de la nación y del estado centralista. La historia burguesa suele hablar de los jacobinos como instigadores del terror del estado (temor rojo) o como instigadores y ejecutores de la violencia, aunque luego también se conoce a la violencia o del terror blanco de los “termidores” que fueron entonces, los que encarnaban a la reacción en el contexto de la revolución francesa.

Para nadie está en discusión que la Revolución Francesa, de la época que hablamos en lo esencial, provoco el hundimiento del sistema feudal y el advenimiento del capitalismo, del estado nación, de la democracia liberal burguesa, del derecho a la propiedad privada, de la igualdad de todos los hombres ante la Ley, etc. Fue sin duda una revolución burguesa que mediante la violencia revolucionaria de las masas insurgentes derrocó el viejo orden.

En cambio el “último jacobino” boliviano afrancesado, ni por asomo ni por cálculo, puede considerarse como tal, cuando en Bolivia con el “proceso de cambio” no se consumó ninguna revolución, sino como el mismo reconoce confusamente, una “sublevación electoral”. Es decir mediante las elecciones el triunfo en las urnas de Evo Morales para acceder a la Presidencia y su posterior consolidación como resultado de un proceso constituyente apoyado por las ONGs, verdaderos instrumentos de dominación del imperialismo que ahogó la insurgencia de las masas en octubre de 2003 en una sucesión constitucional burguesa. Desde la revolución nacional del 9 de abril de 1952 (revolución democrático burguesa), nunca más se produjo una revolución en Bolivia. Todo lo demás fueron golpes de estado, motines y cuartelazos militares y hasta gobiernos populistas que fueron inapropiadamente denominados como revoluciones o revolucionarios, tal como lo hace actualmente García Linera que caracteriza además, la época del proceso de cambio nada menos como la época de la revolución, cuando en realidad solo se trata de un reordenamiento del viejo Estado.

La revolución es el proceso mediante la cual en una sociedad de clases, la clase dominada mediante la violencia revolucionaria toma el poder político del Estado para derrocar a la clase dominante. Es la transformación profunda y radical del orden político, económico y social, y de las relaciones sociales de producción (no mediante una “sublevación electoral”, como dice García Linera. En Bolivia nada de esto sucedió.

Sin embargo los reformistas entienden ciertamente a su modo la revolución, como los cambios en la superestructura de la sociedad. Habrá que convenir que García Linera es un pequeñoburgués reformista, para quien es posible una revolución a partir de la reorganización del viejo estado mediante una nueva constitución, una nueva legislación y concepciones subjetivistas ustentadas en mitos, leyendas, supersticiones y rituales, donde el enemigo de clase es un socio más, con el que es posible “vivir bien”, aunque seamos pobres y miserables, deidificando al estado plurinacional, que en realidad no es más que el viejo Estado devenido en su forma estatal burguesa, por la que habria que sacrificarse, consgrarse y someterse servilmente bajo un concepto de "paz social" o armonía social donde se niega la lucha de clases.

Los “jacobinos” fueron centralistas y en esto, el estado plurinacional que dice ser autonomista y de descentralización (toda una contradicción) y resulta siendo más centralista que antes. Basta revisar la nueva legislación burguesa y las demandas de las poblaciones de las llamadas entidades territoriales autónomas que denuncian cotidianamente el “carácter centralista” del estado plurinacional, mucho peor que antes. En algo que tenemos que reconocer a García Linera, es su consecuencia con la democracia liberal formal burguesa al garantizar la gran propiedad de las transnacionales y de los terratenientes, y desde luego sus ganancias bajo la fórmula de “socios si, patrones no”.

El momento jacobino de la revolución es algo que solo existe en la mente de un afiebrado nostálgico de la revolución francesa. En Bolivia vivimos otra época, la de la de un proceso de reorganización del viejo estado en su nueva forma estatal (el plurinacional) que aun así, no logra ni siquiera remontar la crisis estatal, sino contrariamente la viene acentuando cada día más.

LOS GOLPISTAS PREFIRIERON RETROCEDER Y RENDIRSE?
Desde la fundación de la República, el viejo estado está en permanente crisis y en algunos momentos esta crisis se agudiza, de tal manera que las clases dominantes se alternan y se sustituyen en el ejercicio del poder político estatal mediante pactos y acuerdos, renunciamientos y sacrificios de clase para salvar el sistema de opresión y explotación, e incluso esta alternancia se resuelve en forma violenta, como lo reconoce García Linera cuando dice que “en conjunto, las fracturas y demandas que habían enfrentado a los bolivianos durante siglos, y que habían subordinado al país a poderes externos durante décadas, han sido resueltas mediante métodos democráticos y revolucionarios, tejiendo la unidad soberana de la sociedad y la solidez del Estado”. Por eso decimos que el proceso de cambio, tiene la finalidad de reorganizar el viejo estado, bajo una concepción política e ideológica corporativo fascistoide que niega la lucha de clases y propugna la hermandad, armoniosidad y colaboración entre explotadores y explotados, entre ricos y pobres.

No estamos hablando de un estado socialista o de transición al socialismo o a la sociedad comunitaria (que al final ni ellos entienden lo que dicen), sino del viejo Estado boliviano como organización política de la sociedad capitalista, cuya unidad y solidez (según García Linera), se habrían alcanzado, de tal forma que ya no existen los enfrentamientos de siglos y décadas, donde “las divisiones sociales han sido superadas por la consolidación de una estructura estatal plurinacional, autonómica…” . Es decir, en Bolivia ya no existen las clases sociales, poco menos que estaríamos en una sociedad donde vivimos en “paz social”, en suma en una “sociedad ideal”. Toda una ilusión pequeñoburguesa…

Esta sería la nueva realidad, consecuencia dice, porque “los golpistas prefirieron retroceder y rendirse”. Para sustentar esta idea se remite a los acontecimientos de Pando el año 2008 que como sabemos, no paso sino de simples alborotos entre los campesinos y los empleados públicos de la Prefectura de Pando como parte del ideario de los Departamentos de la “media luna”, y en modo alguno se trata de un golpe clásico, ni siquiera de un putchs nazi. Se trata de forzar el “momento episódico jacobino” a un escenario temporal y espacialmente distinto, con el convencimiento que es la única manera de arrastrar al movimiento popular, tras de un proyecto político pro burgués, bajo una retorica antiimperialista y revolucionarista para reordenar el viejo Estado, forzando a las otras fracciones de la clase dominante para distribuir o redistribuir el ejercicio del poder político estatal. Así lo reconoció varias veces el mismo García Linera, convencido que la nueva Constitución Política es producto de aquello, de un pacto entre las facciones de la clase dominante. Llamar a todo esto, derrota política y militar de la derecha, capitulación o rendición, es simplemente puro subjetivismo e ilusionismo, cuando el corazón del viejo estado (las fuerzas armadas) sigue siendo el sostén y defensor del viejo Estado devenido en plurinacional, de donde resulta una impostura que pueda diluirse en la sociedad (porque las contradicciones antagónicas de clase jamás fueron superadas, como cree García Linera). Mientras existan clases sociales antagónicas; ni con el gran despliegue del argot de las ONGs sobre los paradigmas, de “proceso civilizatorio” o “visibilizacìon”, “vivir bien” y demás vainas, que en su momento fueron necesarios para subyugar a ingenuos e incautos, haciéndoles creer que el proceso de cambio es ni mas ni menos una “época revolucionaria” o “proceso revolucionario”.

LAS TENSIONES CREATIVAS
Evo Morales se declaró públicamente marxista leninista y García Linera en sus disquisiciones de teórico pequeñoburgués reformista, no se cansa de citar a Marx, Lenin y Mao Tse Tung (e incluso a Nicolas Maquiavelo), con el propósito de darle el consistencia ideológica al proceso de cambio o reorganización del viejo estado boliviano en su forma estatal plurinacional, como si realmente estuviésemos viviendo una verdadera época revolucionaria como erraticamente piensa. No faltan algunos ilusos al igual que él, que están convencidos que es un gran intelectual al servicio de su pueblo. Hasta los “delatores”, que antes lo consideraban un “provocador”, ahora repiten al unísono de que vivimos un proceso revolucionario y que incluso estariamos transitando hacia el socialismo. Los sectores más reaccionarios y alguno que otro plumífero de la prensa reaccionaria, caracterizan al gobierno del “proceso de cambio”, como un verdadero régimen estalinista o comunista, cuando en realidad no es así.

Lo que no podemos dejar pasar inadvertido los comunistas, es que ningún ideólogo pequeñoburgués reformista puede impunemente citar a Mao Tse Tung ni a los clásicos del marxismo, en sus designios perversos de reordenar el viejo estado en su forma estatal plurinacional en el contexto del capitalismo, claro esta para aparentar que el gobierno del proceso de cambio es verdaderamente revolucionario. La lucha ideológica debe ser implacable contra esta forma embozada de engañar a las masas y a nuestro pueblo. En Bolivia la contradicciones antagónicas no han desaparecido como pretende hacernos creer García Linera al decir que, “algunas contradicciones anteriores se han desvanecido” y “que ahora emergen las luchas, las diferencias, las tensiones y contradicciones” (refiriéndose a las contradicciones internas del movimiento social). Lo peor sucede que, para cohesionar inescrupulosamente estas afirmaciones, recurre a Mao Tse Tung y sus “contradicciones en el seno del pueblo”, en forma absolutamente descontextualizada de la historia y de la lucha política (lucha de clases) de nuestro país. Estamos asistiendo a un proceso de reorganización del viejo estado y de ninguna manera a un proceso revolucionario. Lo que hizo Mao a la cabeza del Partido Comunista y las masas populares, fue destruir el viejo estado para construir otro, el nuevo estado sobre sus escombros, lo que no hizo ni lo hará jamás el gobierno del MAS, porque su misión es reordenarlo, para que sea más eficiente, optimo y funcional dentro del sistema capitalista, a lo que García Linera denomina como una verdadera “época revolucionaria”.

EPOCA REFORMISTA O EPOCA REVOLUCIONARIA
La época que vivimos no es sino de la reorganización o reestructuración del viejo Estado boliviano devenido en su forma estatal de Estado Plurinacional mediante reformas en la superestructura de la sociedad, una nueva legislación que relegitima la base o estructura de una sociedad de clases, bajo un régimen de un modo de producción capitalista articulados a los modos de producción precapitalista, en el contexto del sistema capitalista mundial.

El carácter de las reformas al viejo estado, es funcional a las relaciones de explotación y opresión, niega la lucha de clases y en su lugar propugnan la “armoniosidad y “hermandad” en una sociedad idealmente integrada porque “las divisiones sociales han sido superadas por la consolidación de una estructura estatal plurinacional, autonómica…”, según García Linera. De ahí que no reconocen la existencia de la burguesía en todas sus facciones y menos de los trabajadores, por cuanto sin que se hayan abolido la existencia de las clases antagónicas, estas deben “vivir bien”; y el capitalista, las transnacionales y los patrones no son sino socios con quienes se debe trabajar armoniosamente, en total idilio dentro de un Estado que expresaría la voluntad colectiva de todos, y absolutamente todo debe consagrarse al Estado Plurinacional que demanda el esfuerzo y la obediencia disciplinada de todos, pues de lo contrario (la retorica antiimperialista) son derechistas o enemigos del “proceso de cambio”. Incluso revolucionarios de otros pueblos, gracias a labor del revisionismo “neomotetista”, son entregados al Capitán Carlos, del Perú (anticomunismo).

En la reorganización del viejo estado no quiere decir que en los hechos las “divisiones sociales” hayan sido superadas y por tanto eliminada la contradicción antagónica de clases. Todo lo contrario, por ejemplo, en el seno mismo de los llamados movimientos sociales, no esta ausente la lucha de clases; no otra cosa significa la contradicción de los campesinos parcelarios o propietarios (propiedad individual) en contra de la comunidad de los indígenas del Tipnis (propiedad colectiva), a lo que García Linera denomina “tensiones creativas”; y para darle sustento a sus teorías proburguesas, recurre a las enseñanzas de Mao, sobre las contradicciones en el seno del pueblo. Es bueno que El autor de las “Tensiones creativas”, sepa también que el Presidente Mao, decía que “En la sociedad de clases, cada persona existe como miembro de determinada clase, y todas las ideas, sin excepción, llevan su sello de clase”. De este modo el texto del autor que titula “Las tensiones creativas de la revolución”, forma parte de las ideas de un teórico de la pequeña burguesía reformista que se autodenomina, como “el ultimo jacobino”.

1 comentario:

  1. El último jacobino está enamorado de sí mismo y del poder, lo que no le deja ver el bosque, quizás esto sea lo más peligroso para el proceso, pues nos conduce a la construcción del fracaso.

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