Pocos
días antes de las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2015,
desde la televisión de Venezuela analizamos el panorama electoral y sus
probables consecuencias, sobre todo como estudiosos del Derecho
Constitucional.
Dijimos
que la probable victoria de la oposición podía generar un “Guerra
Constitucional”, lo que significaba un enfrentamiento del Poder
Legislativo o Asamblea Nacional (AN) en manos de la oposición en contra
del Poder Ejecutivo encabezado por el presidente Nicolás Maduro.
Ahora que la victoria opositora se ha confirmado, ratificamos con preocupación que en
2016 están abiertos los escenarios de consulta electoral y ello pudiera desencadenar cambios radicales en el poder político.
Por
ejemplo, un referéndum revocatorio contra el presidente o el llamado a
una Asamblea Constituyente, esta última puede ser convocada por dos
tercios de los diputados del parlamento que ahora pertenecen a la
oposición.
La
viabilidad de estos escenarios dependerá de los niveles de apoyo
popular que tenga cada bloque político en 2016 y más allá, pero como
explicaremos más adelante, la cuestión económica será decisiva.
Hasta
el momento la inmensa mayoría de los antimperialistas venezolanos
parecemos entender la urgencia de atender la economía pues son
frecuentes los llamados a reunificar las fuerzas políticas en tareas
económicas a fin de evitar que el Imperio estadounidense imponga en
Venezuela un nuevo gobierno que sea sirviente a sus intereses, tal como
ocurriría si el dirigente opositor Leopoldo López u otro semejante
llegara a la Presidencia.
Grandes
dificultades económicas sentenciaron las elecciones legislativas porque
Venezuela padece escasez de alimentos, medicamentos y otros productos
esenciales, así como inflación económica y devaluación de la moneda
nacional. Esta crisis tuvo un impacto inevitable en las elecciones.
Horas
antes del evento electoral conversamos con el intelectual venezolano y
periodista de televisión nacional, Manuel Felipe Sierra, un personaje de
voz crítica quien no vaciló en afirmar que el triunfo sería del “voto
castigo” contra el gobierno debido a la negativa situación económica.
También nos habló de la observación internacional como mecanismo de
presión contra el país.
En
efecto, mientras que los partidarios de la oposición se presentaron con
niveles de participación tradicional durante los últimos años, los
chavistas o socialistas venezolanos estuvimos por debajo de nuestro
promedio de votantes en comparación a las elecciones presidenciales de
2012 donde Hugo Chávez resultó triunfante con amplia ventaja.
Pero
ahora en 2015, la oposición logró 7.707.422 votos mientras que el
gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) apenas alcanzó
5.599.025 votos. Lo anterior se traduce en una ventaja mayor a los dos
millones de votos y le dio no sólo el triunfo electoral a la oposición
en la Asamblea Nacional sino adicionalmente una mayoría calificada de
112 diputados contra 55 socialistas.
Como
episodio positivo podemos resaltar que de manera ejemplar, el
presidente Maduro fue el primer ciudadano en reconocer la validez del
resultado anunciado por el Consejo Nacional Electoral, máxima autoridad
que regula los procesos electorales en Venezuela.
Asimismo,
el acompañamiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) fue
exitoso durante una fiesta electoral sin tropiezos. Internacionalmente
fue derrotada la campaña mundial de propaganda que hizo creer a muchos
que el gobierno venezolano no reconocería una victoria de la oposición;
igualmente fueron desmentidos quienes decían que el sistema electoral
venezolano sería manipulado a favor del gobierno.
Prevaleció
un comportamiento pacífico de los dirigentes políticos revolucionarios
llamando a sus millones de seguidores a mantener la calma y respetar los
resultados.
En
cuanto al análisis político interno, el presidente Maduro fue tajante
al señalar que el resultado adverso era consecuencia de una “Guerra
Económica” promovida por la oposición venezolana donde participan
empresas privadas que han reducido su actividad económica para causar
malestar en la población. Maduro culpa al Gobierno de Estados Unidos de
América en esa “Guerra Económica” contra Venezuela.
No
obstante la oposición niega la existencia de tal guerra y subraya que
se trata de retórica creada por Maduro para evadir su responsabilidad
por su administración económica. Dicen los dirigentes opositores, que el
modelo socialista venezolano ha forzado la quiebra de la economía
privada al imponer regulaciones de precios y otras medidas erróneas que
espantan la inversión empresarial.
Algunos
acusan al gobierno de expropiar miles de empresas y luego no ser capaz
de administrarlas con eficiencia y alta productividad. Aseveran que
Maduro viola el derecho a la propiedad privada y genera escasez de
alimentos y medicinas en perjuicio del propio pueblo venezolano.
Todo
indica que la oposición venezolana pretende un retorno al capitalismo
neoliberal (libertad económica total para empresarios) con la promesa de
que sólo así volverá a existir abundancia de productos y podrán los
venezolanos recuperar el bienestar perdido.
En
este contexto la Mesa de la Unidad Democrática (alianza que agrupa a
los partidos antichavistas) manifiesta que la victoria del empresario
millonario Mauricio Macri como nuevo presidente de Argentina revela que
los pueblos de América Latina están cansados de gobiernos de izquierda
que no son capaces de satisfacer las necesidades económicas y sociales
de los ciudadanos.
Desde
nuestra óptica como estudiosos de los acontecimientos políticos e
internacionales, consideramos que dos discursos se enfrentaron en las
elecciones legislativas venezolanas, por un lado el del gobierno de
Maduro denunciando la “Guerra Económica”; por el otro el de la oposición
nacional apoyada por EE.UU. planteando el “fracaso económico del
socialismo venezolano”.
Con
pragmatismo los resultados electorales obligan al gobierno a trabajar
con énfasis para resolver la crisis económica que padece Venezuela,
independientemente de la identidad o clase social de los promotores de
esta mala situación o que la misma pueda recibir el nombre de “Guerra
Económica” impulsada por la burguesía nacional, la oposición venezolana
y/o el Imperialismo de EE.UU. Nótese que millones de venezolanos,
chavista y no chavistas, pudieran no estar interesados en si la guerra
existe yo simplemente reclaman soluciones prácticas e impostergables.
Los
actuales problemas económicos del país le hacen fuerte daño electoral
al gobierno de Maduro y favorecen a la oposición, eso lo expresa
claramente el resultado electoral de 2015 y de allí el peligro latente
de que resultados semejantes ocurran en el futuro cercano si no se
aplican correctivos o un “golpe de timón”.
Varios
intelectuales revolucionarios recomiendan ejercitar la autocrítica
revolucionaria y la rectificación oportuna, sobremanera llaman a una
mayor unidad entre militantes socialistas y concentrar esfuerzos en
promover un socialismo eficiente en lo económico con capacidad para
generar bienes y servicios para abastecer al pueblo venezolano.
Muchos
chavistas proponen reforzar la política de alianzas, exigen más
democracia interna, más dirección colectiva, más espacios para el
debate, mayor combate contra el burocratismo y la corrupción. La meta es
recuperar el apoyo político y electoral de los millones de
simpatizantes del Chavismo que no votaron este año.
Los
más optimistas esperamos que 2016 sea el año en que el Gobierno
revolucionario ejecute lo que el recordado presidente Hugo Chávez llamó
las “Tres R”, es decir: revisión, rectificación y reimpulso en
Venezuela.
Hispantv
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