miércoles, 25 de mayo de 2016

A dónde nos conducen Maduro-Cabello

Por: Roberto López Sánchez | Lunes, 23/05/2016 

La dupla que conduce el gobierno bolivariano, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, han tomado la ruta de la "radicalización" para evitar la pérdida del poder ante la derecha proimperialista. Asistimos en las últimas semanas a reiteradas afirmaciones de que no se permitirá la realización del referéndum "revocatorio", unido a manifestaciones y ejercicios militares preparando la respuesta ante un eventual golpe de estado y/o invasión de fuerzas extranjeras. Como derivado directo de esta "radicalización", se asume que tampoco se permitirá la realización de las elecciones de gobernadores.
Maduro y Cabello asumen, aparentemente, la ruta de desconocer la propia legalidad construida mediante las instituciones surgidas de la Constituyente de 1999. Ahora que los reiterados errores cometidos en los últimos años han conducido a la enorme pérdida del apoyo popular que inicialmente respaldó a la revolución bolivariana, los autodenominados "hijos de Chávez" se apoyan en el único bastión que todavía le queda a la revolución, las fuerzas armadas.
Todo esto en principio no sería malo, si no existieran presupuestos totalmente erróneos en la política adelantada por Maduro-Cabello.
Un primer elemento en contra de esta radicalización, es que hasta ahora la revolución bolivariana, particularmente en los últimos tres años, ha cabalgado sobre un discurso socialista y una práctica capitalista. Habrá que comprobar hasta dónde caminará esa "radicalización", y que no se quede en el camino como casi todos los proyectos "socialistas" de Maduro-Cabello. El socialismo no ha pasado de ser una pose en el discurso, sin asidero con la ejecución de gobierno.
Un segundo aspecto es la cantidad de corruptos que han integrado el equipo gubernamental y que lejos de ser investigados se mantienen en otros cargos, como ocurre con el general Carlos Osorio y con Rafael Ramírez, dos personajes cuyos más estrechos colaboradores están todos detenidos por corruptos o han desertado de Venezuela al exilio dorado con sus millones de dólares robados. Otros corruptos se les ha permitido desertar, y llevarse además su buena maleta de dólares, como Alejandro Andrade, Rafael Isea, Claudia Patricia Díaz, Hebert García Plaza y varios otros. No me cuadra mucho incorporarme a una radicalización revolucionaria al lado de estos personajes que Simón Bolívar no hubiera vacilado en fusilar.
Un tercer punto es la gran cantidad de falsos revolucionarios en la cúpula del PSUV, diputados, gobernadores, alcaldes, ministros, y demás cargos del Estado bolivariano. No creo que estos personajes vayan a acompañar una verdadera radicalización socialista de la revolución. O se abren y toman un plan B hacia la derecha, o se prepararán para traicionar la revolución y venderla ante el enemigo imperialista. No me imagino a Arias Cárdenas o Rangel Gómez involucrados en una revolución socialista venezolana. El que traiciona una vez lo vuelve a hacer.
Otro aspecto es la negociación y acuerdos con la derecha empresarial que Maduro-Cabello mantienen desde el arranque de su gobierno en 2013. Elemento que contrasta con su alejamiento casi total de las tendencias revolucionarias que no participan en el PSUV, y con su política destructiva hacia todos los sectores e individualidades que asumen posiciones críticas al gobierno desde el bando revolucionario. Es muy extraña una radicalización acompañada de la burguesía industrial y alejada de los movimientos sociales y agrupaciones revolucionarias.
Un último elemento para sospechar de esta radicalización es la ausencia de medidas efectivas contra el imperialismo y sus representantes criollos. Salvo la detención de Leopoldo López, el gobierno de Maduro-Cabello no ha metido preso a ninguno de los culpables de la fulana guerra económica, empezando por Lorenzo Mendoza, mil veces acusado y nunca investigado penalmente por el estado bolivariano. Tampoco han expropiado ninguna empresa o banco de relevancia para los grandes capitalistas criollos y extranjeros con inversiones aquí. No se entiende una radicalización socialista cuando no se toma ninguna medida que permita identificar ideológicamente al gobierno en el poder.
A dónde nos conduce la política de Maduro-Cabello: hacia el abismo, tengo pocas dudas de ello, aunque siempre hay que dejar abiertas otras posibilidades. Hasta ahora no desarrollan ninguna política dirigida a recuperar los millones de votos que se han perdido desde la muerte de Chávez para acá. Si acaso tratan de mantener un reducido respaldo clientelar limitado a los empleados públicos, a los beneficiarios de las misiones (sobre todo de la GMVV) y a los sectores más depauperados de la población y que dependen exclusivamente de las políticas sociales del estado.
Hacia la clase trabajadora como tal no existe ninguna política seria para incorporarla al proyecto socialista bolivariano (sigue sin existir un buró sindical del PSUV o algo que se le parezca; el fulano consejo presidencial de trabajadores es una instancia cooptada que no posee entidad ni capacidad para actuar revolucionariamente en el seno de la clase obrera). Tampoco existe política alguna hacia el campesinado, y menos aún hacia las clases medias y profesionales.
No existe un programa chavista para el futuro en el discurso de Maduro-Cabello y demás líderes del gobierno. Se reducen a defender lo que hizo Chávez, a decir una y otra vez que no traicionarán su legado. Pero en los hechos, el nivel de vida del pueblo trabajador se ha venido al piso, el salario se ha depreciado considerablemente en estos últimos tres años, hasta el punto de que bienes tan elementales como la ropa y el calzado se están haciendo inaccesibles para quienes vivimos de un salario, y apenas nos alcanza el sueldo para mal alimentar a nuestras familias. Sin hablar de posibilidades esfumadas como comprar y/o reparar electrodomésticos, mantener el vehículo familiar, viajar en vacaciones con la familia.
Lo que nunca logró la burguesía venezolana con sus paquetes neoliberales de CAP y Caldera en los 90, lo están consiguiendo Maduro-Cabello con su política de acuerdos con el empresariado. Arrodillar a los asalariados y aumentar a niveles fantásticos la tasa de explotación del trabajo por los capitalistas.
¿Por qué vamos hacia el abismo con Maduro-Cabello? Porque su política estúpida de aferrarse al poder en base al poder militar que todavía tienen (o parecen tener), en vez de convocar al pueblo a una verdadera radicalización socialista expropiando a la burguesía y encarcelando a sus representantes más conspicuos, nos conducirá a una situación de aislamiento internacional, de posibles intervenciones armadas de fuerzas extranjeras, sin contar para ello con fuerzas populares organizadas y moralizadas que se dispongan a librar batallas decisivas contra los enemigos de clase.
Obviamente, si se produjera una verdadera radicalización de la revolución, en la cual la burocracia renuncie a su poder usurpado y renuncie a sus privilegios de nueva clase dominante, si se le entrega el poder al pueblo, a los trabajadores, también encontraremos la respuesta violenta del enemigo imperialista. Pero estaríamos preparados para ello y venceríamos. Pero ese no es el caso de esta pseudo radicalización de Maduro-Cabello. Como dijimos al principio de este artículo, cuesta creer que sea verdad lo que pronuncian a diario en sus cansonas cadenas ante auditorios tarifados.
¿Cuáles son las medidas a tomar en una verdadera radicalización socialista de la revolución bolivariana?
Expropiar a la burguesía, por la calle del medio. Expropiar los grandes bancos privados (BBVA, Banesco, BOD, Mercantil). Expropiar las grandes empresas multinacionales que aún funcionan en Venezuela. Expropiar la Polar de una buena vez y dejar el falso discurso de confrontación con Lorenzo Mendoza.
Entregar el control de las empresas del estado a sus trabajadores, mediante los consejos de trabajadores y el control obrero. Aprobar un reglamento especial para ese control obrero de la producción, ya sea por el Mintrabajo o el TSJ.
Intervenir los cuerpos policiales y combatir sin piedad la corrupción en su interior. Disolver el CICPC, tal como lo propuso el difunto criminólogo Francisco Delgado. Acabar de una vez con la permisividad hacia los pranes en las cárceles venezolanas. Castigos durísimos hacia los policías y militares que se demuestre su complicidad y participación con el pranato.
Impedir por cualquier medio de fuerza la continuidad del contrabando de gasolina, alimentos y medicinas hacia Colombia y otros países extranjeros. Los militares que participen en estos delitos deben ser expulsados del cuerpo militar, condenados a largas penas de prisión y todos sus bienes mal habidos confiscados por el estado.
Cerrar los medios privados de comunicación que participen o colaboren de alguna manera con el sabotaje a la economía venezolana. Confiscar todas sus propiedades y cárcel para sus propietarios.
Sustituir y expulsar del PSUV y de la revolución a cualquier autoridad (gobernador, ministro, alcalde, diputado, jefe de empresa pública) que no acompañe con decisión esta radicalización socialista de la revolución bolivariana.
Toda autoridad bolivariana, que haya ocupado cargos de dirección a partir de febrero de 1999, debe demostrar de manera pública y fehaciente el origen de todas sus propiedades y las de sus familiares y amigos. Quienes no puedan demostrar el origen honesto de bienes suntuosos, deben ser confiscados todos sus bienes, y condenados a penas de cárcel ejemplarizantes.
Refinanciar la deuda externa, no seguir cancelando los compromisos internacionales, y destinar ese dinero para financiar las políticas sociales del gobierno. Primera prioridad debe ser el bienestar del pueblo y no la voracidad capitalista extranjera.
Investigar el otorgamiento irregular de divisas en Cadivi y demás instancias de gobierno, determinando responsabilidades tanto en los funcionarios públicos como en los empresarios privados culpables de ese enorme desfalco a la nación venezolana.
Intervenir las universidades autónomas e imponer una conducción académica orientada en función del Plan de la Patria, acabando con la conspiración que desde hace más de 10 años se gesta en su interior contra el proceso revolucionario.
Sólo con estas y probablemente otras medidas de igual corte, es que podremos apoyar una radicalización del proceso bolivariano. Mientras sea pura verborrea, la revolución seguirá su rumbo al abismo.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 23 de mayo de 2016.
http://www.aporrea.org/actualidad/a228327.html

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